Emily Tavis estaba en una primera cita en diciembre cuando levantó la vista y se dio cuenta que estaban pasando por la esquina del centro de Kansas City, Missouri, en donde una bala le atravesó la pierna durante el desfile del Super Bowl, el año pasado.
“Oh, c…”, dijo Tavis, desconcertando a su cita.
Tavis vive a 35 millas de distancia, en Leavenworth, Kansas, y todavía no había vuelto a Union Station, donde ocurrió el tiroteo masivo. Sintió ganas de llorar. O tal vez fue un ataque de pánico. Levantó un dedo para indicarle a su cita que necesitaba un momento. Fue entonces cuando él entendió lo que estaba pasando.
“Oh, ni siquiera me di cuenta”, dijo, y siguió conduciendo en silencio.
Tavis contuvo las lágrimas hasta que la estación desapareció de su vista.
“Ok…”, dijo en voz alta, mientras pensaba para sí misma, “bien. Ataque de pánico, primera cita”.
Un año después del tiroteo del 14 de febrero que mató a una persona e hirió al menos a 24, los sobrevivientes y sus familias todavía están conmocionados.
Las relaciones se han tensionado. Los padres están preocupados por sus hijos. El generoso apoyo financiero y los buenos deseos que recibieron en los primeros días ya se han agotado. Y tienen sentimientos encontrados sobre el equipo al que siguen vitoreando: mientras los Chiefs avanzaban hacia otro Super Bowl, muchos se preguntaban por qué su amado equipo parecía ni haber advertido lo que todos estaban pasando.
“No puedo creer que los Chiefs no hayan hecho nada por nosotros”, dijo Jacob Gooch Sr., quien recibió un disparo en el pie. El equipo, la fundación de la familia propietaria y la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) donaron un total de $200.000 a un fondo para sobrevivientes, pero Gooch dijo que nadie de la organización se acercó a su familia, tres de los cuales recibieron disparos.
Lo que les está sucediendo a estas familias no es nada inusual. Muchos sobrevivientes se “paralizan” emocionalmente como un mecanismo de afrontamiento para evitar sentir por completo el trauma que sufrieron. Pero, con el tiempo, experimentan lo que los terapeutas llaman “descongelamiento”, y la intensidad de lo que sucedió puede volver a dominarlos de repente como le pasó a Tavis.
“El trauma nos lleva al pasado”, dijo Gary Behrman, terapeuta que publicó un modelo de intervención en crisis basado en su trabajo con testigos de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York.
![A man in a navy collared shirt poses for a portrait sitting on a wooden chair](https://kffhealthnews.org/wp-content/uploads/sites/2/2025/02/The-Injured-One-Year-Later-Gooch-02-3840.jpg)
Las imágenes, los olores, los sonidos, los sabores y el tacto pueden desencadenar flashbacks que apagan el cerebro como un disyuntor sobrecargado. Es una respuesta de supervivencia, el cerebro es un amigo, dijo Behrman.
La clave para la recuperación es ayudar a los sobrevivientes a encontrar formas saludables de manejar esos desencadenantes, cuando estén listos.
Los sobrevivientes se “descongelan” a su propio ritmo. Recuperar el control después de un evento potencialmente mortal es un proceso que puede llevar semanas, meses o años.
Puede ser fácil sentirse olvidado cuando la vida continúa alrededor. Mientras los fanáticos se juntaban en torno a los Chiefs esta temporada, a los sobrevivientes les resultó difícil ver los juegos. Los Chiefs perdieron ante los Philadelphia Eagles en el Super Bowl del domingo 9 de febrero. Philadelphia celebra su propio desfile el viernes 14, exactamente un año después del tiroteo.
“Es una lástima porque todos los demás siguieron adelante”, dijo Jason Barton.
Barton le practicó resucitación a un hombre que ahora cree que era uno de los presuntos tiradores, su esposa encontró un proyectil de bala en su mochila y su hijastra se quemó con las chispas de una bala que rebotó.
“Si hubiéramos estado al otro lado de ese lugar”, dijo. “No nos habría afectado”.
Viaje de regreso a Union Station
Tavis no es la única sobreviviente que se encontró sin querer en Union Station un año después del tiroteo.
Los niños hicieron excursiones a Science City, ubicado dentro de la estación. Las visitas médicas de seguimiento se realizaban a menudo en vecino Hospital Hill. Una cena de octubre organizada para sobrevivientes por un grupo religioso local estaba a menos de una milla de distancia: una joven sobreviviente rechazó la invitación.
Tavis había planeado regresar a Union Station como parte de su proceso de curación. Pensó que iría cuando se cumpliera un año para tener un momento a solas y sentir las emociones que la invadieran.
![A blonde-haired woman wearing glasses stands in the pews at a church service](https://kffhealthnews.org/wp-content/uploads/sites/2/2025/02/The-Injured-One-Year-Later-Tavis-02-3840.jpg)
![A woman points to a mental health app on her phone](https://kffhealthnews.org/wp-content/uploads/sites/2/2025/02/The-Injured-One-Year-Later-Tavis-010-3840.jpg)
![A woman shows her manicured fingernails, painted in a Kansas City Chiefs theme](https://kffhealthnews.org/wp-content/uploads/sites/2/2025/02/The-Injured-One-Year-Later-Tavis-09-3840.jpg)
Tal vez Dios le estaba mostrando que estaba lista al colocarla allí inesperadamente, le dijo su terapeuta. Tal vez. Pero ella no se sentía lista en ese momento. Quiso ver a un terapeuta justo después del tiroteo. Pero no buscó uno hasta julio, después que la United Way local distribuyera la asistencia financiera a los sobrevivientes y aliviara la tensión económica de meses de trabajo perdido y facturas médicas.
Tavis y su pareja en ese momento habían sacado una tarjeta de crédito adicional para cubrir los gastos mientras esperaban la ayuda prometida.
Después de dos meses de visitas, su terapeuta comenzó a preparar a Tavis para la desensibilización y reprocesamiento del movimiento ocular, una técnica para ayudar a los sobrevivientes de traumas. Ahora, sesión por medio, revisa una hoja de recuerdos del desfile, visualizándolos y reprocesándolos uno por uno.
Está nerviosa porque se acerca el año de aniversario. Es el día de San Valentín y le preocupa que sea deprimente.
Decidió invitar a Gooch, su ex pareja, a que la acompañara a Union Station ese día. Con todo lo que han pasado, él entiende. Estaban en el desfile junto con su hijo y los dos hijos mayores de Jacob. Gooch Sr. y su hijo mayor, Jacob Gooch Jr., recibieron disparos.
El trauma cambia quiénes somos
Gooch Sr. no ha trabajado desde el desfile. Su trabajo requería estar de pie durante turnos de 10 horas cuatro días a la semana, pero no pudo caminar durante meses después de que una bala le destrozara un hueso del pie y se le volviera a fusionar lentamente.
Esperaba volver a trabajar en julio, pero su pie no sanó correctamente y tuvo que operarse en agosto, a lo que siguieron semanas de recuperación.
La cobertura por discapacidad se agotó, al igual que su seguro médico a través del trabajo. Su empleador mantuvo su trabajo durante un tiempo antes de despedirlo en agosto. Ha buscado otros empleos en Leavenworth y sus alrededores: producción, agencias de personal, reparación de automóviles. No ha conseguido nada.
![A man in a navy collared shirt poses for a photo holding a football helmet](https://kffhealthnews.org/wp-content/uploads/sites/2/2025/02/The-Injured-One-Year-Later-Gooch-06-3840.jpg)
“Todos hemos pasado por problemas, no solo yo”, dijo Gooch Sr. “Me dispararon en el pie y no he trabajado durante un año. Hay gente que ha pasado por cosas mucho peores durante el último año”.
Ahora se siente bien al caminar y puede correr distancias cortas sin dolor. Pero no sabe si alguna vez volverá a jugar al fútbol americano, un pilar de su vida desde que tiene memoria. Jugó como safety para los Kansas City Reapers, un equipo semi profesional, y, antes del desfile, el jugador de 38 años estaba considerando que la de 2024 fuera su última temporada como jugador.
“Me han robado mucho más que el fútbol americano en este último año. Como si me hubieran robado toda mi vida”, dijo Gooch Sr. “Realmente odio esa parte”.
Y esas emociones son dolorosamente reales. El trauma amenaza nuestras creencias sobre nosotros mismos, dijo el terapeuta Behrman. Cada persona carga su propia historia a un evento traumático, una identidad diferente que corre el riesgo de ser destrozada. El trabajo de sanación que viene después a menudo implica dar vuelta la página, y construir algo nuevo.
Recientemente, Gooch Sr. comenzó a ir a una nueva iglesia, dirigida por el esposo de alguien con quien cantó en un coro cuando era niño. En un servicio dominical de este mes, el pastor habló sobre encontrar un camino cuando uno está perdido.
“Estoy buscando el camino. Estoy en el campo ahora mismo”, dijo Gooch Sr. en su casa más tarde esa noche.
“Obviamente estoy en un camino, pero no sé hacia dónde voy”.
![Three men stand in a pew during a church service](https://kffhealthnews.org/wp-content/uploads/sites/2/2025/02/The-Injured-One-Year-Later-Gooch-09-3840.jpg)
“Hice lo mejor que pude”
Todos los días antes de que Jason Barton se vaya a trabajar, le pregunta a su esposa, Bridget, si debería quedarse en casa con ella.
Ella ha dicho que sí lo suficiente como para que se le acabara el tiempo libre remunerado. Jason, que ha sobrevivido al cáncer y a un ataque cardíaco, tuvo que tomarse una licencia sin goce de sueldo en enero cuando un caso grave de gripe lo llevó al hospital. Eso es amor verdadero, dijo Bridget con lágrimas en los ojos, sentada con Jason y su hija de 14 años, Gabriella, en su casa en Osawatomie, Kansas.
Bridget se ha conectado con la madre de otra niña herida en el tiroteo. Han intercambiado mensajes de texto y de voz durante todo el año. Bridget dijo que es bueno tener a alguien con quien hablar que entienda. Tienen la esperanza de reunir a las niñas para que también construyan una conexión.
Con excepción de ir a terapia una vez por semana, Bridget ya no sale mucho de casa. Puede sentirse como una prisión, dijo, pero tiene demasiado miedo de salir. “Es mi propio infierno interno”, dijo. No deja de pensar en esa bala que se alojó en su mochila. ¿Qué hubiera pasado si hubiera estado parada de otra manera? ¿Qué hubiera pasado si se hubieran ido 10 segundos antes? ¿Las cosas serían diferentes?
Una nota adhesiva en su cocina le recuerda: “Estoy a salvo. Gabriella está a salvo. Hice lo mejor que pude”.
Siente mucha culpa. Por Jason quedándose en casa. Por no salir de casa, ni siquiera para ver a sus nietos. Por querer que la familia fuera al desfile en primer lugar. Al mismo tiempo, sabe que de alguna manera prosperó en el caos después del tiroteo, haciéndose cargo de su hija, hablando con la policía. Todo es confuso.
La familia ha sobrellevado el trauma de manera diferente.
En los seis meses posteriores al desfile, Jason vio reality shows que lo mantenían distraído: 23 temporadas de “Deadliest Catch” y 21 temporadas de “Gold Rush”, incluidos los spin-offs, según calculó.
Últimamente ha mantenido su mente ocupada con un nuevo pasatiempo: construir modelos de autos y aviones. Acaba de terminar un Shelby Mustang negro de 1968, y lo próximo es un avión F4U-4 Corsair que Bridget le regaló.
![A blue Post-it note with handwriting hangs from a wooden cabinet](https://kffhealthnews.org/wp-content/uploads/sites/2/2025/02/The-Injured-One-Year-Later-Barton-03-3840.jpg)
![A woman in a pink plaid shirt looks out a window](https://kffhealthnews.org/wp-content/uploads/sites/2/2025/02/The-Injured-One-Year-Later-Barton-02-3840.jpg)
Gabriella pudo regresar a Union Station para una excursión escolar a Science City, pero se sobresaltó cuando vio a un grupo de policías dentro de la estación. Su madre veía en dónde estaba por el celular, y le envió mensajes de texto durante todo el día.
Después del desfile, Gabriella comenzó a practicar boxeo, luego se pasó a la lucha libre. Le había ido bien, incluso se sentía empoderada. Pero dejó de ir, y Bridget cree que se debe en parte a la emoción del aniversario: el primero siempre es el más difícil, dijo su terapeuta. Gabriella insistió en que la lucha libre la estaba agotando.
Como no les dispararon, la familia no se benefició de los recursos disponibles para otros sobrevivientes. Entienden que otras familias se están recuperando de heridas de bala o incluso están de luto por una muerte.
Aun así, sería bueno que se reconociera de alguna manera su trauma emocional. Sus nombres han estado en las noticias. Uno pensaría que los Chiefs al menos habrían enviado una carta.
Jason dijo: “Lamentamos que esto te haya pasado”.
Jason le propuso matrimonio a Bridget en un partido de los Chiefs. Ahora, ver los partidos por televisión desencadena recuerdos.
“Quiero volver a ser parte del Reino de los Chiefs”, dijo Bridget, “pero no puedo. Y ese es un sentimiento enorme y muy solitario”.
![A woman in a pink plaid shirt holds a coffee cup and sits on a couch next to a girl in a burgundy hoodie sweatshirt](https://kffhealthnews.org/wp-content/uploads/sites/2/2025/02/The-Injured-One-Year-Later-Barton-01-3840.jpg)
“Hay una palabra llamada ‘resiliencia’”
Una noche del pasado octubre, los sobrevivientes se reunieron con sus familias en un restaurante mexicano en el centro de Kansas City.
Algunos vinieron vestidos con sus mejores galas, otros con camisetas rojas de fútbol americano. De todas las edades, desde niños pequeños hasta personas de 70 y tantos años, algunos de Missouri, algunos de Kansas. Algunos hablaban solo español, algunos solo inglés. La mayoría de las dos docenas de personas nunca se habían visto antes. Pero mientras hablaban, descubrieron que el tiroteo que los une también les dio un lenguaje común.
Dos niños pequeños se dieron cuenta de que habían lanzado una pelota de fútbol durante el jubileo antes de que estallara la violencia. Una mujer de unos 70 años llamada Sarai Holguín recordó haberlos visto jugar en ese cálido día de febrero. Después de una bendición y una cena, Holguín, que recibió un disparo en la rodilla y ha sido sometida a cuatro cirugías, se puso de pie para dirigirse a la sala.
“Fui la primera víctima que llevaron a la carpa médica”, dijo en español, sus palabras traducidas por un familiar de otro sobreviviente. Ella vio todo, explicó, mientras, uno por uno, más sobrevivientes eran trasladados a la carpa para recibir tratamiento, incluida Lisa López-Galván, una madre de 43 años que fue asesinada ese día.
Sin embargo, en esa tragedia, Holguín vio la belleza de la gente que se ayuda entre sí.
“Esto nos mostró que la humanidad todavía está viva, que el amor todavía está vivo. Hay una palabra que se llama ‘resiliencia’”, dijo Holguín. Mientras el traductor se esforzaba por entender la última palabra, la gente del público la captó y la gritó: “Resiliencia”.
“Esta palabra nos ayuda a superar los problemas que enfrentamos”, dijo Holguín. “Para tratar de dejar atrás el momento trágico que todos vivimos y seguir adelante, debemos recordar los momentos hermosos”.
![A woman wearing a black and white striped shirt and pink glasses smiles standing in a yellow-tiled kitchen](https://kffhealthnews.org/wp-content/uploads/sites/2/2025/02/The-Injured-One-Year-Later-Holguin-01-3840.jpg)