Eran las 3:35 a.m. y las llamas de un tremendo incendio forestal en el norte de California alcanzaron la parte trasera de un hospital de Santa Rosa.
En tres horas, el personal evacuó a 122 pacientes a otras instalaciones, algo que nunca antes habían estado siquiera cerca de hacer. Las ambulancias aceleraron con algunos de los pacientes más enfermos; los autobuses urbanos recogieron a los que quedaban atrás.
Con las líneas telefónicas carbonizadas y la comunicación restringida, los doctores y las enfermeras lucharon por descubrir a quién enviaron adónde, obligados a agudizar su ingenio incluso cuando algunos de sus propios hogares se estaban incendiando, y sus familias huyendo.
Esto no estaba exactamente cubierto en sus entrenamientos de rutina, meticulosamente ejecutados, ni en los videos de preparación para desastres.
“Uno nunca sabe cómo reaccionará hasta que llega tu destino… hasta que el destino te golpea en el hombro”, dijo el doctor Josh Weil, médico de emergencias de Kaiser Permanente en Santa Rosa, quien dirigió la operación de evacuación del hospital el 9 de octubre.
Durante 2017, los hospitales de Estados Unidos se vieron acosados por un número inusual de calamidades: incendios que azotaron el norte y el sur de California; huracanes que desplazaron a miles en Houston, Florida y Puerto Rico; el tiroteo masivo más mortífero en la historia moderna que mató a 58 personas e hirió a más de 500 en Las Vegas; y el ataque en un hospital del Bronx en el que un médico apuntó con un arma a sus ex colegas, causando la muerte de uno y heridas a seis.
En todo el país, los desastres naturales se han vuelto más frecuentes y más mortales; y la masacre de los tiroteos masivos se parece a un campo de batalla. En algunos casos, estas crisis son más severas y complicadas de lo que la mayoría de los hospitales, especialmente los más pequeños, están preparados para enfrentar, y los expertos dicen que es hora de alistar a las instalaciones.
“La probabilidad que cualquier hospital esté involucrado en un evento inusual está en aumento”, dijo el doctor Carl Schultz, profesor emérito de medicina de emergencia y salud pública en la Universidad de California-Irvine. “Todos los hospitales son potencialmente vulnerables”, dijo, y “hay más presión para que estén preparados”.
Ese es el caso, agregó, a pesar que los hospitales generalmente carecen de los recursos y la financiación para actualizar sus planes de desastres.
En el nuevo año, los hospitales que respondieron a tragedias descomunales en 2017 están reevaluando sus planes a la luz de sus dolorosas experiencias. A continuación, hay algunos ejemplos instructivos:
Hacer un seguimiento de los pacientes
En el norte de California, miembros del personal del hospital Kaiser en Santa Rosa se apresuraron a limpiar sus salas mientras se aproximaba el feroz fuego Tubbs. (Kaiser Health News, que produce California Healthline, no está afiliado a Kaiser Permanente).
El plan original era anotar los detalles del brazalete de identificación de cada paciente desplazado para que el hospital pudiera confirmar luego que los pacientes habían llegado a otros hospitales de manera segura. Pero con el fuego acercándose rápidamente, fue evidente que esto tomaría demasiado tiempo, dijo Weil.
Sobre la marcha, un miembro del personal sugirió tomar fotos de las pulseras de los pacientes con los celulares, dijo.
“Esa fue una idea brillante que realmente nos salvó”, agregó.
El hospital ahora está considerando si los celulares podrían ser de mayor utilidad en futuras emergencias, o si existe una forma más eficiente de rastrear a los pacientes que deben ser transferidos rápidamente.
Incredible video of patients being evacuated from Kaiser Hospital in #SantaRosa #NapaFire pic.twitter.com/cxF686RSnP
— Jason Martinez (@JasonFox29) October 9, 2017
Ocho días antes, surgió otro problema de rastreo en el Sunrise Hospital & Medical Center en Las Vegas, esta vez con que ingresaban. La instalación fue repentinamente inundada por personas a las que les dispararon o resultaron heridas durante la tragedia en el festival de música country al aire libre; 212 pacientes ingresaron en un período de dos horas, 124 de ellos con heridas de bala.
De ellos, 92 no tenían una identificación oficial con foto.
Las familias corrieron desesperadamente de un hospital a otro en busca de sus seres queridos, dijo Alan Keesee, jefe de operaciones del hospital. Sin la identificación de los pacientes, era un desafío confirmar si estaban en el hospital, y mucho menos si estaban bien.
Personal del hospital enumeró los rasgos físicos y las características únicas de sus pacientes no identificados, como tatuajes, para ayudar a unir a las personas con las descripciones proporcionadas por los miembros de la familia. A su vez, muchos parientes sacaron fotos del perfil de las redes sociales de sus seres queridos para darle al hospital algo con lo que empezar.
El proceso caótico de identificación del paciente resaltó la necesidad desesperada de un centro de datos centralizado donde las descripciones de pacientes no identificados en una emergencia masiva pudieran ser cargadas y a la que pudieran acceder todos los hospitales del área, dijo Keesee.
Y, de hecho, dijo, su hospital está trabajando con la Nevada Hospital Association y otras agencias locales de salud para determinar si se puede crear el centro.
Comunicación y Coordinación
En junio pasado, un ex médico irrumpió en el Bronx-Lebanon Hospital armado con un rifle semiautomático.
Los miembros del personal se habían entrenado solo para este tipo de incidente. Pero no habían previsto cuán restringidos estarían sus movimientos una vez que la policía se hiciera cargo, dijo el doctor Sridhar Chilimuri, quien era el médico jefe ese día.
“Las víctimas del tiroteo necesitan transfusiones de sangre, por lo que debe llegar rápidamente del banco de sangre a los quirófanos”, dijo Chilimuri.
Pero el cierre del hospital bloqueó el acceso a los ascensores. Los médicos y las enfermeras también tenían que buscar instrumentos quirúrgicos y trasladar pacientes, agregó, pero no podían hacerlo sin la aprobación de la policía.
Porque fue un tiroteo interno, la policía tuvo que eliminar a los miembros del personal sospechoso antes de que pudieran regresar al trabajo, incluso los médicos necesarios para las operaciones para salvar vidas.
Desde entonces, el hospital ha actualizado sus procedimientos para incluir un proceso acelerado de detección policial, dirigido al personal médico que se necesite con más urgencia, y sus videos de capacitación ahora muestran a un atacante armado con un rifle de asalto en lugar de una pequeña pistola.
“Afortunadamente, eso nos ayudará a reducir el tiempo que estamos paralizados”, dijo Chilimuri.
Con menos suministros
Cuando el huracán Irma llegó al sur de la Florida en septiembre, los 10 hospitales de Tenet Health en la región sintieron que estaban listos.
Habían reforzado sus planes de desastres después del paso del huracán Matthew un año antes, dijo Cathy Philpott, directora de práctica de enfermería y operación clínica del sistema hospitalario. También trajeron personal de otros estados e instalaron generadores de respaldo, explicó.
Aun así, enfrentaron un desafío inesperado: la escasez de plaquetas, células que ayudan al cuerpo a formar coágulos para detener el sangrado.
Hasta que los hospitales hermanos en Boston pudieron enviar plaquetas, los hospitales tuvieron que trabajar con los bancos de sangre locales para conservar el suministro y priorizar su uso para los pacientes con traumatismos. Cuando los huracanes se pronostiquen en el futuro, los hospitales se contactarán con los bancos de sangre locales y se abastecerán de unidades de plaquetas a medida que se acerquen las tormentas, dijo Philpott.
“Esa fue una lección aprendida”, finalizó.
Esta historia fue producida por Kaiser Health News, que publica California Healthline, un servicio de la California Health Care Foundation.