A fines de marzo, poco después que el estado de Nueva York cerrara negocios no esenciales y pidiera a la gente que se quedara en casa, Ashley Laderer comenzó a despertarse cada mañana con un terrible dolor de cabeza.
“Sentía que mi cabeza iba a estallar”, recordó la escritora de 27 años, residente de Long Island.
Laderer trató de pasar menos tiempo en la computadora y tomar analgésicos de venta libre, pero el dolor de cabeza aumentaba al ritmo de su preocupación por COVID-19.
Después de un mes y medio de dolor, Laderer hizo una cita con un neurólogo, quien ordenó una resonancia magnética. Pero el médico no encontró una causa física.
“Todos los días vivía con el temor de contraerlo e iba a infectar a toda mi familia”, dijo.
Entonces, me preguntó: ¿Estás bajo mucho estrés?
A lo largo de la pandemia, personas que nunca tuvieron el coronavirus reportan una serie de síntomas aparentemente no relacionados: dolores de cabeza insoportables, pérdida de cabello, malestar estomacal durante semanas, brotes repentinos de herpes zóster y de trastornos autoinmunes.
Los síntomas dispares, a menudo en personas sanas, han desconcertado a médicos y pacientes por igual, lo que a veces ha resultado en una serie de visitas a especialistas, sin encontrar respuestas. Pero resulta que hay un hilo conductor entre muchas de estas condiciones, uno que tarda meses en gestarse: el estrés crónico.
Aunque las personas a menudo subestiman la influencia de la mente en el cuerpo, un gran número de investigaciones muestra que los altos niveles de estrés durante un tiempo prolongado pueden alterar drásticamente la función física y afectar a casi todos los sistemas del cuerpo.
Ahora, a unos ocho meses del comienzo de la pandemia, junto con un ciclo electoral divisivo y disturbios raciales, esos efectos se están manifestando en una variedad de síntomas.
“El componente de salud mental de COVID está impactando como un tsunami”, dijo la doctora Jennifer Love, psiquiatra de California y coautora de un libro de pronta publicación sobre cómo curar el estrés crónico.
A nivel nacional, encuestas han revelado tasas crecientes de depresión, ansiedad y pensamientos suicidas durante la pandemia. Pero muchos expertos dijeron que es demasiado pronto para medir los síntomas físicos relacionados, ya que generalmente aparecen meses después que comienza el estrés.
Aún así, algunas investigaciones preliminares, como un pequeño estudio chino y una encuesta en línea de más de 500 personas en Turquía, señalan un repunte.
En los Estados Unidos, un análisis de FAIR Health, una base de datos sin fines de lucro que brinda información sobre costos a la industria de la salud y a los consumidores, mostró aumentos leves a moderados en el porcentaje de reclamos médicos relacionados con afecciones desencadenadas o exacerbadas por el estrés, como la esclerosis múltiple y el herpes zóster.
La porción de reclamos por lupus, una enfermedad autoinmune, mostró uno de los mayores incrementos -12% este año- en comparación con el mismo período del año pasado (enero a agosto).
Express Scripts, una administradora de beneficios farmacéuticos, informó que las recetas de medicamentos para el insomnio aumentaron un 15% al comienzo de la pandemia.
Pero quizás el indicador más fuerte proviene de los médicos que informan sobre un número creciente de pacientes con síntomas físicos para los que no pueden determinar una causa.
El doctor Shilpi Khetarpal, dermatólogo de la Clínica Cleveland, solía ver a unos cinco pacientes a la semana con pérdida de cabello relacionada con el estrés. Desde mediados de junio, ese número ha aumentado a 20 o 25. La mayoría de las mujeres, de entre 20 y 80 años, informan que pierden el cabello de a puñados, dijo Khetarpal.
En Houston, al menos una docena de pacientes le han dicho al doctor Rashmi Kudesia, especialista en fertilidad, que tienen ciclos menstruales irregulares, cambios en la secreción vaginal y sensibilidad en los senos, a pesar de presentar niveles hormonales normales.
El estrés también es el culpable al que apuntan los dentistas por el rápido aumento de pacientes con bruxismo y fracturas dentales.
“A nosotros, como humanos, nos gusta la idea de que tenemos todo bajo control y que el estrés no es un gran problema”, dijo Love. “Pero simplemente no es cierto”.
Cómo el estrés mental se vuelve físico
El estrés provoca cambios físicos en el cuerpo que pueden afectar a casi todos los sistemas del organismo.
Aunque los síntomas del estrés crónico a menudo se descartan como si estuvieran solo en la cabeza, el dolor es muy real, dijo Kate Harkness, profesora de Psicología y Psiquiatría en la Universidad Queens, en Ontario.
Cuando el cuerpo se siente inseguro, ya sea por una amenaza física de ataque o un miedo psicológico de perder un trabajo o contraer una enfermedad, el cerebro envía señales a las glándulas suprarrenales para que bombeen las hormonas del estrés.
La adrenalina y el cortisol inundan el cuerpo, activando la respuesta de lucha o escape. También interrumpen las funciones corporales que no son necesarias para la supervivencia inmediata, como la digestión y la reproducción.
Cuando pasa el peligro, las hormonas vuelven a niveles normales. Pero durante etapas de estrés constante, como una pandemia, el organismo sigue bombeando hormonas del estrés hasta que se cansa. Esto conduce a un aumento de la inflamación en todo el cuerpo y el cerebro, y a un sistema inmunológico deficiente.
Estudios relacionan el estrés crónico con enfermedades cardíacas, tensión muscular, problemas gastrointestinales e incluso encogimiento físico del hipocampo, un área del cerebro asociada con la memoria y el aprendizaje. A medida que el sistema inmunológico actúa, algunas personas pueden incluso desarrollar nuevas reacciones alérgicas, dijo Harkness.
La buena noticia es que muchos de estos síntomas son reversibles. Pero es importante reconocerlos temprano, especialmente cuando se trata del cerebro, dijo Barbara Sahakian, profesora de Neuropsicología Clínica en la Universidad de Cambridge.
“El cerebro es elástico, por lo que podemos modificarlo hasta cierto punto”, dijo Sahakian. “Pero no sabemos si hay un abismo más allá del cual no se pueda revertir un cambio”.
El impacto del día a día
De alguna manera, la conciencia sobre la salud mental ha aumentado durante la pandemia. Los programas de televisión están repletos de anuncios de aplicaciones para terapia y meditación, como Talkspace y Calm, y las empresas están anunciando días libres de salud mental para su personal.
Para Alex Kostka, el estrés relacionado con la pandemia le ha provocado cambios de humor, pesadillas y dolor de mandíbula.
Había estado trabajando en una cafetería de Whole Foods en la ciudad de Nueva York durante un mes antes que golpeara la pandemia, y de repente se convirtió en un trabajador esencial.
A medida que aumentaban las muertes en la ciudad, Kostka continuó viajando en metro al trabajo, interactuando con compañeros en la tienda y trabajando más horas por un aumento salarial de solo $2 por hora. (Meses después, recibiría un bono de $ 500). El joven de 28 años comenzó a sentirse sintiéndose inseguro e indefenso.
“Era difícil no quebrarme en el metro”, dijo Kostka.
Pronto comenzó a despertarse en medio de la noche con dolor por apretar la mandíbula con fuerza. A menudo, sus dientes rechinaban tan fuerte que despertaba a su novia.
Kostka probó Talkspace, pero descubrió que enviar mensajes de texto sobre sus problemas era algo impersonal. A fines del verano, decidió empezar a utilizar las siete sesiones de asesoramiento gratuitas que le ofrecía su empleador. Eso ha ayudado, dijo. Pero a medida que se agotan las sesiones, le preocupa que los síntomas vuelvan a aparecer si no puede encontrar un nuevo terapeuta cubierto por su seguro.
“Eventualmente, podré dejar esto atrás, pero tomará tiempo”, dijo Kostka.
Cómo mitigar el estrés crónico
Cuando se trata de estrés crónico, consultar a un médico por dolor de estómago, dolores de cabeza o erupciones cutáneas puede abordar esos síntomas físicos. Pero la causa principal es mental, dicen expertos.
Eso significa que la solución a menudo implicará técnicas de manejo del estrés. Y hay muchas cosas que podemos hacer para sentirnos mejor:
Ejercicio. Incluso la actividad física de intensidad baja a moderada puede ayudar a contrarrestar la inflamación en el cuerpo inducida por el estrés. También puede aumentar las conexiones neuronales en el cerebro.
Meditación y atención plena. La investigación muestra puede conducir a cambios positivos, estructurales y funcionales en el cerebro.
Conexiones sociales. Hablar con familiares y amigos, incluso virtualmente, o mirar fijo a los ojos de una mascota puede liberar una hormona que ayuda a contrarrestar la inflamación.
Aprender algo nuevo. Ya sea que se trate de una clase formal o de un pasatiempo informal, el aprendizaje apoya la elasticidad cerebral, la capacidad de cambiar y adaptarse como resultado de la experiencia, lo que puede proteger contra la depresión y otras enfermedades mentales.
“No debemos pensar en esta situación estresante como algo negativo para el cerebro”, dijo Harkness. “Debido a que el estrés cambia el cerebro, eso significa que las cosas positivas también pueden cambiarlo. Y hay muchas cosas que podemos hacer para sentirnos mejor frente a la adversidad “.