Hace unos meses, Kourtnaye Sturgeon ayudó a salvar una vida. Estaba conduciendo en el centro de Indianápolis cuando vio a un grupo de personas alrededor de un auto, al costado de la carretera. Sturgeon se detuvo y alguien le dijo que no había nada que ella pudiera hacer: dos hombres habían sufrido una sobredosis de opioides y parecían estar muertos.
“Recuerdo haber dicho: ‘No, tengo Narcan'”, contó, refiriéndose a una versión de marca del antídoto para la sobredosis de opioides naloxona. “Ahora suena tonto, pero eso es lo que dije”.
Sturgeon roció una dosis del fármaco en la nariz del conductor y esperó a que hiciera efecto. Contó que al minuto llegaron los paramédicos.
“Mientras caminaban hacia nosotros, el conductor comenzó a moverse lentamente”, dijo. Ambas personas sobrevivieron.
Sturgeon tenía el medicamento porque trabaja para Overdose Lifeline, una organización sin fines de lucro dedicada a la distribución de naloxona. Pero muchos transeúntes en esa situación no estarían preparados para ayudar.
En abril, el Cirujano General de los Estados Unidos, Jerome Adams, emitió un aviso instando a más estadounidenses a aprender a usar naloxona y llevarlo con ellos en caso que se enfrentaran con la situación de tener que salvar a alguien que sufriera una sobredosis.
Con el aumento de las sobredosis en todo el país, el aviso sugiere que personas comunes, que pueden ser testigos de una sobredosis antes que lleguen la policía o los paramédicos, pueden desempeñar un papel fundamental para salvar vidas.
Pero si no se es un profesional médico, obtener una dosis de naloxona puede ser difícil. Es un medicamento de venta bajo receta, y normalmente un médico o enfermera debería recetarlo directamente a la persona en riesgo de sufrir una sobredosis. Corey Davis, abogado del Programa Nacional de Ley de Salud, dijo que crea una barrera para las personas con adicción.
“Muchas personas en riesgo de una sobredosis no tienen contacto con un proveedor médico o tienen miedo por el estigma”, dijo.
Para ampliar el acceso, todos los estados y Washington, D.C., han aprobado leyes que facilitan que amigos, familiares o personas cercanas obtengan y usen la naloxona. Lo fácil que sea depende del estado o incluso de la farmacia.
Davis dijo que la mayoría de los estados permiten algo llamado prescripción de terceros, por lo cual los médicos pueden recetar naloxona a alguien que conoce a la persona que está en riesgo de sobredosis. Y la mayoría de los estados han aprobado algún tipo de ley del Buen Samaritano que brinda inmunidad legal a las personas que administran el medicamento o que llaman al 911.
Davis dijo que otro tipo de ley permite una forma de receta llamada orden permanente. “En lugar de tener el nombre de una persona, tiene los de un grupo de personas”, explicó.
Una orden permanente podría aplicarse, por ejemplo, a cualquier persona que tome analgésicos opioides o que tenga adicción. O, dijo Davis, “cualquiera que esté en condiciones de ayudar a alguien, lo cual, lamentablemente, hoy en día significa esencialmente para todo el mundo”.
En Indiana, su estado natal, el Cirujano General firmó una orden permanente a nivel estatal en 2016, mientras se desempeñaba como comisionado de salud. Permite que las farmacias, los departamentos de salud locales o las organizaciones sin fines de lucro se registren en el estado y cumplan con ciertos requisitos para vender el medicamento a cualquier persona que lo solicite.
Pero, a dos años de promulgar la orden, solo cerca de la mitad de las farmacias de Indiana están registradas, y los defensores locales dicen que muchas personas, incluso algunos farmacéuticos, aún desconocen la ley.
Incluso si comprenden las leyes que regulan la naloxona en sus estados, y se sienten cómodos pidiéndola en la farmacia, aún existe el costo, que ha aumentado en los últimos años. Dos farmacias cerca de WFYI en Indianapolis almacenan naloxona. Una cobró $80 por dos dosis de la forma genérica del medicamento. La otra cobró $95 por dos dosis de Narcan, una versión de marca.
“Es caro”, dice Brad Ray, investigador de la Escuela de Asuntos Públicos y Ambientales de la Universidad de Indiana. “Las personas que son usuarios están reuniendo dinero para comprar drogas. No están preparados para comprar naloxona con ese dinero”.
Más de una docena de senadores han firmado una carta instando al Secretario de Salud y Servicios Humanos, Alex Azar, a negociar con las compañías farmacéuticas para bajar el precio de la naloxona.
Pero Ray dijo que, para las personas que no pueden pagar el medicamento, los departamentos de salud y las organizaciones sin fines de lucro pueden ayudar. Las leyes en muchos estados permiten a estas organizaciones dispensar naloxona a personas comunes.
El departamento de salud de Indiana ha utilizado fondos federales y estatales para comprar casi 14,000 kits de naloxona desde 2016, informó el estado. El estado distribuye esas dosis gratuitas a través de los departamentos de salud del condado. Pero casi la mitad de los condados de Indiana no solicitaron kits. Y la mayoría de los kits fueron para personal de emergencia.
Los departamentos de salud locales, dijo Ray, necesitan trabajar más arduamente para que la naloxona esté en manos de las personas que podrían usarla. Las personas que usan drogas, después de todo, pueden no sentirse cómodas yendo al gobierno a buscar naloxona.
“Ponerla en las manos de los usuarios: ese es el truco que debemos resolver”, dijo Ray.
Davis dijo que hay un cambio que realmente podría ayudar. La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) o el Congreso podrían hacer que la naloxona sea un medicamento de venta libre para que sea más fácil de adquirir, y tal vez más económico. El comisionado de la FDA, Scott Gottlieb, tiene la autoridad para hacerlo, dijo Davis, pero hasta ahora no ha actuado.
Esta historia es parte de una asociación informativa con NPR, WFYI, Side Effects Public Media y Kaiser Health News.