Keith Poulsen se quedó boquiabierto cuando los ganaderos le mostraron las imágenes de sus celulares en la Exposición Mundial de Productos Lácteos (World Dairy Expo) de Wisconsin en octubre. Poulsen, quien es veterinario de ganado en la universidad de Wisconsin, ya había visto antes vacas enfermas, con la nariz goteando y las ubres caídas.
Pero la magnitud de los esfuerzos de los ganaderos por tratar a las vacas enfermas lo dejó atónito. Le mostraron videos de los sistemas que habían construido para hidratar a cientos de reses a la vez. En turnos de 14 horas, los trabajadores bombeaban galones de líquidos ricos en electrolitos a las vacas enfermas a través de tubos metálicos insertados en el esófago.
“Era como ver el hospital de campaña en un frente de batalla tratando a cientos de soldados heridos”, afirmó.
Casi un año después del primer brote de gripe aviar en el ganado, el virus no muestra señales de detenerse. El gobierno estadounidense no consiguió eliminar el virus de los tambos cuando estaba confinado a un puñado de estados. No se identificó con rapidez a las vacas infectadas ni se tomaron medidas para evitar que el virus se propagara. Ahora, al menos 860 rebaños de 16 estados han dado positivo.
Expertos afirman haber perdido la fe en la capacidad del gobierno para contener el brote.
“Vivimos una situación terrible y vamos hacia una situación todavía peor”, dijo Angela Rasmussen, viróloga de la Universidad de Saskatchewan, en Canadá. “No sé si la gripe aviar se convertirá en pandemia, pero si ocurre, será un desastre”.
Para entender cómo la gripe aviar se les fue de las manos, KFF Health News entrevistó a unos 70 funcionarios del gobierno, agricultores y trabajadores agrícolas, y a investigadores expertos en virología, pandemias, medicina veterinaria y más.
En base a los correos electrónicos obtenidos de los departamentos de salud locales a través de solicitudes de acceso a documentos públicos, esta investigación reveló problemas clave, incluyendo la complacencia con la industria agrícola, presupuestos de salud pública reducidos, el descuido de la seguridad de los trabajadores agrícolas, y el ritmo lento de las intervenciones federales.
Un ejemplo: el Departamento de Agricultura (USDA) promulgó en diciembre una orden federal para analizar la leche en todo el país. Los investigadores recibieron con satisfacción la noticia, pero afirmaron que debería haberse hecho meses atrás, antes de que el virus estuviera tan arraigado.
“Es descorazonador ver cómo vuelven a aparecer muchas de las fallas que surgieron durante la crisis de covid-19”, afirmó Tom Bollyky, director del Programa de Salud Global en el Council on Foreign Relations.
Es inevitable que se produzcan muchos más daños por la gripe aviar, pero su alcance quedará en manos de la administración Trump y de la madre naturaleza.
El USDA ya ha destinado más de $1.700 millones a combatir la gripe aviar en las granjas avícolas desde 2022, lo que incluye el reembolso a los granjeros que han tenido que sacrificar sus rebaños, y más de $430 millones a combatir la gripe aviar en las granjas lecheras.
En los próximos años, la gripe aviar puede costar miles de millones de dólares más en gastos y pérdidas. Expertos de la industria láctea afirman que el virus mata aproximadamente entre el 2% y el 5% de las vacas lecheras infectadas y reduce la producción de leche de un rebaño en torno al 20%.
Peor lo que es peor aún, el brote conlleva la amenaza de una pandemia. Más de 60 personas se han infectado en Estados Unidos, principalmente por vacas o aves de corral, pero los casos podrían dispararse si el virus evoluciona para propagarse eficazmente de persona a persona.
Y la reciente noticia de una persona gravemente enferma de gripe aviar en Louisiana demuestra que el virus puede ser peligroso.
Unas pocas mutaciones podrían permitir que la gripe aviar se propagara entre las personas. Dado que los virus mutan dentro de los organismos humanos y animales, cada infección es como tirar de la palanca de una máquina tragamonedas.
“Aunque sólo haya un 5% de probabilidades de que se produzca una pandemia de gripe aviar, estamos hablando de una pandemia que probablemente se parezca a la de 2020 o a algo peor”, señaló Tom Peacock, investigador de la gripe aviar en el Instituto Pirbright del Reino Unido, refiriéndose a covid. “Estados Unidos conoce el riesgo, pero no ha hecho nada para frenarlo”, añadió.
Más allá de la gripe aviar, la gestión del brote por parte del gobierno federal revela grietas en el sistema de seguridad de la salud estadounidense que permitiría el arraigo de otros patógenos nuevos de riesgo. “Puede que no sea este virus”, dijo María Van Kerkhove, directora del grupo de enfermedades emergentes de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Pero ahora mismo esto es un simulacro de incendio real, y nos demuestra lo que hay que mejorar”.
Un comienzo lento
Pudo haber sido un tordo, un ganso o alguna otra ave silvestre la que infectó a una vaca en el norte de Texas. En febrero, los ganaderos del estado lo notaron cuando las vacas dejaron de producir leche. Colaboraron con los veterinarios para averiguar las causas. En menos de dos meses, los investigadores identificaron al virus H5N1 altamente patógeno de la gripe aviar como el culpable.
Incluido desde hacía tiempo entre los patógenos con potencial pandémico, la propagación sin precedentes de la gripe aviar entre las vacas marcó un giro preocupante. Había evolucionado para desarrollarse en animales biológicamente más parecidos a las personas que a las aves.
Después que el USDA anunciara el brote len tambos el 25 de marzo, el control pasó de los granjeros, veterinarios y funcionarios locales a las agencias estatales y federales. La colaboración se desintegró casi de inmediato.
A los granjeros les preocupaba que el gobierno pudiera bloquear la venta de leche o incluso exigir la matanza de las vacas enfermas, como se hace con las aves de corral, explicó Kay Russo, veterinaria de ganado de Fort Collins, Colorado.
Sin embargo, Russo y otros veterinarios se mostraron consternados por la inacción. El USDA no respondió a sus peticiones urgentes de apoyo a los estudios en granjas lecheras, ni al pedido de dinero y políticas de confidencialidad para proteger a los ganaderos de pérdidas económicas si accedían a realizar pruebas en animales.
El USDA anunció que realizaría los estudios. Pero los investigadores se inquietaron a medida que pasaban las semanas sin resultados. “Probablemente, el mayor error del USDA fue no involucrar a los veterinarios que están en las granjas”, afirmó Russo.
Will Clement, asesor principal de comunicaciones del USDA, respondió en un correo electrónico: “Desde que se supo por primera vez de la presencia del virus H5N1 en el ganado lechero a finales de marzo de 2024, el USDA ha trabajado con rapidez y diligencia para evaluar la prevalencia del virus en los tambos estadounidenses”. La agencia proporcionó fondos de investigación a los laboratorios estatales y nacionales de salud animal a partir de abril, añadió.
El USDA no exigió que las vacas lactantes se sometieran a pruebas antes de los viajes interestatales hasta el 29 de abril. Para entonces, el brote se había extendido a otros ocho estados. Los ganaderos suelen trasladar el ganado a grandes distancias, para parir en un lugar, criar en climas cálidos y secos, y ordeñar en otros más fríos. El análisis de los genes del virus sugería que se propagaba entre las vacas en lugar de saltar constantemente de las aves a los rebaños.
El equipo para ordeñar era una fuente probable de infección, y había indicios de otras posibilidades, como a través del aire al toser las vacas o en gotas sobre objetos, como botas de trabajo. Pero no se habían recogido suficientes datos para saber cómo se producía exactamente. Muchos ganaderos se negaron a realizar pruebas en sus rebaños, a pesar de que en mayo se anunciaron fondos para compensarles por la pérdida de producción de leche.
“En la comunidad de ganaderos lecheros existe el temor de que, si se les incluye oficialmente en la lista de tambos afectados, puedan perder su mercado”, explicó Jamie Jonker, director científico de la Federación Nacional de Productores de Leche, organización que representa a este grupo. Que él sepa, agregó, esto no ha ocurrido.
La especulación sustituyó a los hechos. Zach Riley, director de la Asociación de Ganaderos de Colorado, dijo que sospechaba que las aves silvestres podrían estar propagando el virus a los rebaños de todo el país, a pesar de que los datos científicos sugieren lo contrario. Riley anunció que los ganaderos se estaban planteando la posibilidad de instalar “figuras inflables gigantes como las que se ven fuera de los concesionarios de automóviles” para ahuyentar a las aves.
Las recomendaciones de los departamentos de agricultura a los ganaderos fueron también algo especulativas. Los funcionarios recomendaron medidas de bioseguridad como desinfectar el equipo y limitar las visitas. Mientras el virus seguía propagándose a lo largo del verano, el alto funcionario del USDA, Eric Deeble, declaró en una rueda de prensa: “La respuesta es la adecuada”.
El USDA, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) presentaron un frente unido en estas sesiones informativas, denominándolas “Una sola salud”. En realidad, las agencias de agricultura tomaron la iniciativa.
Así se desprende de un correo electrónico enviado por un departamento de salud local de Colorado a los comisionados del condado. “El Estado está tratando esto como una cuestión de agricultura (con razón) y la parte de salud pública es secundaria”, escribió Jason Chessher, director de salud pública del condado de Weld, Colorado. Como principal condado agrícola del estado, la industria ganadera y avícola de Weld produce alrededor de $1.900 millones en ventas cada año.
Vigilancia inconsistente
En julio, la gripe aviar se propagó de las centrales lecheras de Colorado a las granjas avícolas. Para contenerla, dos instalaciones avícolas emplearon a unos 650 trabajadores temporales —inmigrantes hispanohablantes, de 15 años los más jóvenes— para sacrificar a los animales. En el interior de graneros donde se alcanzaban altas temperaturas, atrapaban a las aves infectadas, las gaseaban con dióxido de carbono y se deshacían de los animales muertos. Muchos realizaron este peligroso trabajo sin gafas, máscaras ni guantes.
Cuando el departamento de salud de Colorado se interesó por la salud de los trabajadores, cinco mujeres y cuatro hombres ya se habían infectado. Todos tenían los ojos rojos e hinchados —conjuntivitis— y varios presentaban síntomas como fiebre, dolores corporales y náuseas.
Los departamentos estatales de salud publicaron en Internet avisos en los que ofrecían a las granjas equipos de protección, pero los trabajadores del sector lácteo de varios estados dijeron a KFF Health News que no tenían ninguno. Tampoco habían oído hablar de la gripe aviar, ni mucho menos de pruebas para detectarla.
Estudios realizados en Colorado, Michigan y Texas demostrarían más tarde que los casos de gripe aviar habían pasado desapercibidos. En un análisis, ocho trabajadores lácteos que no se habían sometido a las pruebas —el 7% de los estudiados— tenían anticuerpos contra el virus, señal de que habían estado infectados.
Los casos no detectados impidieron determinar cómo saltó el virus a las personas y si se estaba volviendo más infeccioso o peligroso. “Me he sentido angustiada y deprimida por la falta de datos epidemiológicos y la falta de vigilancia”, afirmó Nicole Lurie, directora ejecutiva de la organización internacional Coalition for Epidemic Preparedness Innovations, que fue subsecretaria de Preparación y Respuesta en la administración Obama.
Citando “datos insuficientes”, en julio, el gobierno británico elevó de tres a cuatro, en una escala de seis niveles, su evaluación del riesgo planteado por el brote lácteo de Estados Unidos.
Virólogos de todo el mundo se mostraron asombrados por el deficiente seguimiento de la situación por parte de Estados Unidos. “Estamos rodeados de virus altamente patógenos en la naturaleza y en animales de granja”, dijo Marion Koopmans, jefe de virología del Centro Médico Erasmus de Holanda. “Si dentro de tres meses estamos en el inicio de la pandemia, no será una sorpresa para nadie”.
Aunque la gripe aviar aún no se propaga con rapidez entre las personas, un cambio en esa dirección podría causar enorme sufrimiento. Los CDC han descrito repetidamente los casos entre los trabajadores agrícolas de este año como leves: no fueron hospitalizados. Pero eso no significa que los síntomas sean benignos, o que el virus no pueda causar algo peor.
“No es agradable”, escribió Sean Roberts, especialista en servicios de emergencia del departamento de salud del condado de Tulare, California, en un correo electrónico enviado a sus colegas en mayo. Describía fotografías de un trabajador de lácteo infectado en otro estado: “Al parecer, la conjuntivitis que esto está provocando no es leve, es la rotura de vasos sanguíneos y hemorragia de la conjuntiva”.
En los últimos 30 años, la mitad de las cerca de 900 personas diagnosticadas con gripe aviar en todo el mundo han muerto. Aunque la tasa de mortalidad es mucho más baja para esta cepa de la gripe aviar, covid demostró lo devastador que puede ser un 1% de mortalidad cuando un virus se propaga con facilidad.
Al igual que otros casos en todo el mundo, la persona hospitalizada con gripe aviar en Louisiana parece haber contraído el virus directamente de las aves. Tras anunciarse el caso, los CDC emitieron un comunicado en el que afirmaban: “Un caso esporádico de enfermedad grave por gripe aviar H5N1 en una persona no es algo inesperado”.
“Las vacas son más valiosas que nosotros”
Funcionarios de salud locales se esforzaban por rastrear las infecciones, según se desprende de cientos de correos electrónicos de los departamentos de salud de los condados en cinco estados. Pero sus esfuerzos se vieron obstaculizados.
Aunque los ganaderos informaban de los rebaños infectados al USDA y las agencias agrícolas comunicaban a los departamentos de salud dónde estaban las vacas infectadas, los oficiales de salud dependían de los propietarios de las granjas para acceder a los animales.
“La comunidad agrícola ha dictado las reglas del juego desde el principio”, afirmó Michael Osterholm, director del Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota. “Ha sido un gran error”.
Algunos granjeros le pidieron a los funcionarios de salud que no fueran a sus instalaciones, y se negaron a vigilar a sus empleados en busca de signos de la enfermedad. Enviar a los trabajadores a las clínicas para que les hicieran pruebas podría dejarles sin personal cuando el ganado necesitara atención. “El productor se niega a enviar a los trabajadores a la [clínica] Sunrise para que se hagan las pruebas porque están demasiado ocupados. También tiene conjuntivitis”, decía un correo electrónico del departamento de salud de Weld, Colorado.
“Sabemos de 386 personas expuestas; pero también sabemos que este número está lejos del total”, contó en un correo electrónico una especialista en salud pública a los funcionarios del departamento de salud de Tulare, relatando una llamada con funcionarios de salud del estado. “Los empresarios no quieren pasar esto por el sistema de compensación de los trabajadores. Los trabajadores dudan en hacerse la prueba debido al costo”, escribió.
Jennifer Morse, directora médica del Departamento de Salud del Distrito de Mid-Michigan, afirmó que los funcionarios locales han dudado a la hora de ejercer presión tras la reacción violenta a la que muchos se enfrentaron en el momento álgido de covid. Morse describió a los 19 condados rurales en los que presta servicio como “de mentalidad de gobierno mínimo”, y dijo que “si intentas trabajar contra ellos, no saldrá bien”.
Los departamentos de salud rurales también están al límite de su capacidad. Al inicio del brote, as organizaciones especializadas en la atención a los trabajadores agrícolas se ofrecieron a ayudar a las autoridades, pero pasaron meses sin contratos ni financiación. Durante los primeros años de covid, la falta de fondos del gobierno para llegar a los trabajadores del campo, y a otros grupos históricamente marginados, provocó un impacto excesivo de la enfermedad entre la población de color.
Kevin Griffis, director de comunicaciones de los CDC, declaró que la agencia trabajó con el Centro Nacional para la Salud de los Trabajadores Agrícolas durante todo el verano “para llegar a todos los trabajadores afectados por el H5N1”. Pero Bethany Boggess Alcauter, directora de programas de salud pública del centro, aseguró que no recibió ninguna subvención de los CDC para informar sobre la gripe aviar hasta octubre: fueron, $4 millones. Antes de eso, dijo, el grupo disponía de fondos muy limitados para la tarea. “Es evidente que no estamos llegando a ‘todos los trabajadores agrícolas’”, agregó.
Los activistas también presionaron a los CDC para que aportaran dinero para calmar las preocupaciones económicas de los trabajadores en relación con las pruebas, incluido el pago de la atención médica, las bajas por enfermedad y el riesgo de despido. Esto supuso una oferta de $75 para cada uno. “Está claro que la divulgación no es una gran prioridad”, afirmó Boggess. “Esto es lo que les escucho decir a los trabajadores: ‘Las vacas son más valiosas que nosotros’”.
Hasta el momento, el USDA ha destinado más de $2,100 millones para reembolsar a los avicultores y productores lácteos las pérdidas ocasionadas por la gripe aviar y otras medidas para controlar la propagación en las granjas. Las agencias federales también han invertido $292 millones en el desarrollo y almacenamiento de vacunas contra la gripe aviar para animales y personas. En una controvertida decisión, los CDC han desaconsejado ofrecer las vacunas disponibles a los trabajadores agrícolas.
“Si se quiere evitar que se convierta en una pandemia humana, hay que centrarse en la protección de los trabajadores agrícolas, ya que es la forma más probable de que esto entre en la población”, dijo Peg Seminario, una investigadora de salud ocupacional en Bethesda, Maryland. “El hecho de que esto no ocurra me vuelve loca”.
Nirav Shah, subdirector principal de los CDC, dijo que el objetivo de la agencia es proteger a los trabajadores. “La concienciación generalizada lleva tiempo”, señaló. “Y ese es el trabajo que estamos comprometidos a hacer”.
Con la llegada al poder del presidente electo Donald Trump, los trabajadores agrícolas pueden estar aún menos protegidos. La promesa de Trump de deportaciones masivas tendrá repercusiones tanto si se producen como si no, dijo Tania Pacheco-Werner, directora del Central Valley Health Policy Institute de California.
Muchos trabajadores de la industria láctea y avícola viven en Estados Unidos sin autorización o con visados temporales vinculados a sus empleadores. Esta precariedad hizo que en 2020 estuvieran menos dispuestos a acudir al médico por síntomas de covid o para quejarse de condiciones de trabajo inseguras. Pacheco-Werner dijo: “La deportación masiva es un desafío astronómico para la salud pública”.
No a la “Inmaculada Concepción”
Todo cambió en septiembre entre los expertos que estudian las pandemias como amenazas a la seguridad nacional. Un paciente de Missouri tenía gripe aviar y nadie sabía por qué. “Las pruebas apuntan a que se trata de un caso aislado”, declaró Shah en una reunión informativa con periodistas. Aproximadamente un mes después, la agencia reveló que no lo era.
Las pruebas de anticuerpos revelaron que una persona que vivía con el paciente también se había infectado. Los CDC no sabían cómo habían contraído el virus, y no se podía descartar la posibilidad de transmisión humana.
No obstante, en una reunión informativa celebrada en octubre, Shah afirmó que el riesgo para la población seguía siendo bajo y Deeble, del USDA, se mostró optimista ante la posibilidad de eliminar el brote lácteo.
A los expertos les inquietó la seguridad que transmitían estas declaraciones ante la incertidumbre reinante, sobre todo cuando el brote de California se disparó y un niño resultó misteriosamente infectado por la misma cepa del virus hallada en las granjas lecheras.
“Esto no fue una inmaculada concepción”, dijo Stephen Morrison, director del Centro de Políticas de Salud Global en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales. “Vino de alguna parte y no sabemos de dónde; pero eso no ha provocado ningún tipo de reajuste en el enfoque, sólo el mismo tipo de complacencia y baja energía”.
Sam Scarpino, especialista en vigilancia de enfermedades en la zona de Boston, se preguntaba cuántas otras infecciones misteriosas habían pasado desapercibidas. La vigilancia fuera de las granjas era aún más inconsistente, y las pruebas de la gripe aviar han sido difíciles de conseguir.
A pesar de que los expertos en pandemias habían señalado el freno de los CDC a las pruebas de detección de nuevos virus, como una explicación clave de por qué Estados Unidos se vio tan afectado por covid en 2020, el sistema seguía siendo el mismo. Las pruebas de la gripe aviar sólo podían ser realizadas por los CDC y los laboratorios de salud pública hasta este mes, a pesar de que los laboratorios de diagnóstico comerciales y académicos habían preguntado sobre la realización de pruebas desde abril. Los CDC y la FDA deberían haber intentado ayudarles hace meses, afirmó Ali Khan, ex alto funcionario de los CDC que ahora dirige la Facultad de Salud Pública del Centro Médico de la Universidad de Nebraska.
Con la llegada del invierno, la gripe aviar es más difícil de detectar porque los síntomas de los pacientes pueden confundirse con los de la gripe estacional. La temporada de gripe también plantea el riesgo de que los dos virus de la gripe intercambien genes si infectan a una persona al mismo tiempo. Esto podría dar lugar a una gripe aviar híbrida que se propagaría rápidamente a través de la tos y los estornudos.
Según Bollyky, del Council on Foreign Relations, la lentitud en la respuesta a los brotes emergentes puede ser simplemente una nueva y desafortunada norma para Estados Unidos. Si es así, el país ha tenido suerte de que la gripe aviar aún no pueda propagarse fácilmente entre las personas. Controlar el virus será mucho más difícil y costoso de lo que habría sido cuando el brote era pequeño. Pero es posible.
Las autoridades agrícolas podrían empezar a analizar mensualmente todos los silos de leche a granel de todos los estados, según Poulsen, veterinario de ganadería. “No sólo una vez”, añadió. Si detectan el virus, tendrían que identificar la granja afectada a tiempo para impedir que las vacas enfermas propaguen la infección al resto del rebaño, o al menos a otras granjas. Las vacas pueden propagar la gripe aviar antes de enfermar, dijo, por lo que la rapidez es crucial.
Según Jennifer Nuzzo, directora del Centro de Pandemias de la Universidad de Brown, la mejor forma de prevenir las infecciones humanas es reducir el virus en las granjas, pero también hay que intensificar la vigilancia humana. Todas las clínicas que atienden a las comunidades donde viven los trabajadores agrícolas deben tener fácil acceso a las pruebas de la gripe aviar, y se les debe animar a que las utilicen. Deben incrementarse los fondos destinados a la información entre los trabajadores agrícolas. Y, añadió, los CDC deberían cambiar su postura y ofrecer a los trabajadores del campo vacunas contra la gripe aviar para protegerlos y evitar la posibilidad de una gripe aviar híbrida que se propague rápidamente.
El creciente número de casos no relacionados con las granjas indica la necesidad de realizar más pruebas en general. Cuando los pacientes dan positivo en una prueba de la gripe —un diagnóstico común que indica gripe humana, porcina o aviar—, las clínicas deben indagar más a fondo, señaló Nuzzo.
La alternativa es un planteamiento de espera en el que el país responda sólo después de que se hayan producido enormes daños en vidas humanas o empresas. Este enfoque suele basarse en la vacunación masiva. Pero un esfuerzo parecido a la Operación Warp Speed de Trump no está asegurado, y tampoco lo está un despliegue como el de las primeras inyecciones de covid, dado el aumento del escepticismo sobre las vacunas entre los legisladores republicanos.
Según Poulsen, es posible que el cambio tenga que empezar desde abajo: en las granjas lecheras, que siguen siendo la fuente más común de infecciones humanas. En la Dairy Expo observó un cambio de actitud entre los ganaderos. “Empiezan a preguntarse: ¿Cómo puedo salvar mi ganado para la próxima generación? Reconocen lo grave que es esto, y que no va a desaparecer así como así”.
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