Jessica Rodríguez, directora de la funeraria Ingold Funeral and Cremation en Fontana, California, ayuda a las familias a despedirse de sus seres queridos. “Servimos sobre todo a familias latinas, la mayoría de ellas de segunda y tercera generación”, dijo Rodríguez. “Pero también tenemos bastantes que son de primera generación, y no hablan nada de inglés”.
Rodríguez dijo que la mayoría de ellos no saben que podrían acceder a hasta $9,000 de un programa federal que ayuda con los costos de los servicios fúnebres de víctimas de covid.
Pero incluso cuando conocen la ayuda de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), el proceso es desalentador y la burocracia confusa. La falta de conocimiento del inglés impide a algunas familias de personas fallecidas aplicar para recibir el reembolso de FEMA. Por eso, la funeraria les ofrece ayuda en español.
La propia Rodríguez es una de las solicitantes. “Mi padre falleció de covid. Por eso quise impulsar el programa”, explicó. “Sé de primera mano lo que es tener que conseguir ese tipo de dinero si no se tiene previsto”.
Rodríguez dijo que su funeraria, en una ciudad en la que casi el 70% de sus 215,000 residentes son latinos, creó una lista actualizada desde el comienzo de la pandemia de todos los fallecidos a causa de covid cuyas familias solicitaron sus servicios.
“En principio, la razón por la que creamos una lista fue para ver el impacto”, señaló. “Pero cuando FEMA anunció por primera vez el programa de asistencia funeraria, nos propusimos llamar a todas las familias que estaban en esa lista y hacérselo saber”.
Hasta el 14 de junio, FEMA aprobó más de $278 millones para más de 41,000 solicitantes elegibles, con un monto promedio por solicitud de $6,756. La agencia dijo que no considera el origen étnico al determinar la elegibilidad, por lo que no registra esos datos.
Ofrecer a los clientes ayuda para conseguir parte de ese dinero es importante porque los latinos de California sufrieron más muertes por covid que cualquier otra raza o grupo étnico, y la población latina se ha enfrentado a un mayor riesgo de exposición a covid-19, y se ha sometido a las pruebas en un porcentaje menor, según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Stanford.
Los latinos también son mucho más propensos que los blancos no hispanos a vivir en un hogar con un trabajador esencial, que podría no haber tenido el lujo de protegerse en casa durante los meses duros de la pandemia.
“Llevo 35 años en esta profesión, y nunca he visto una situación con tanta muerte”, comentó Rafael Rodríguez, director de la Funeraria del Ángel Bell, parte de Dignity Memorial, en la ciudad de Bell.
Rodríguez explicó que el costo de un funeral promedio puede ser de hasta $15,000; por lo que el programa de reembolso de FEMA ofrece un alivio financiero para muchos clientes. Pero no es fácil conseguir el dinero.
Rodríguez y la gerenta de la funeraria, Norma Huerta, dijeron que han estado recibiendo llamadas a diario de personas confundidas sobre cómo aplicar. “Son personas humildes que no tienen acceso a Internet ni saben usar una computadora”, dijo Huerta. “Confían en mí desde que les ayudé con el proceso funerario. No podía negarme a ayudarles”.
Aunque la línea de ayuda de FEMA ofrece instrucciones en español, subir los documentos necesarios, enviarlos por correo electrónico o incluso por fax, ha sido un reto, aseguró Huerta. “Puedo pasar de tres a cuatro horas al día ayudando a las familias con sus solicitudes”, y agregó que el mero hecho de enviar una hoja de presentación por fax es frustrante. “Les digo que lleva un tiempo, pero que tengan paciencia y les ayudaré a hacerlo”.
Las familias llaman para solicitar duplicados de contratos, recibos, y pedir aclaraciones sobre los certificados de defunción. Lo más difícil para algunos ha sido demostrar que la muerte de su familiar estaba relacionada con covid, dijo Huerta.
Si el certificado de defunción no lo indica específicamente, no tendrán derecho a la ayuda. Los certificados de defunción pueden modificarse para recibir el reembolso, pero ese proceso también es complicado y requiere mucho tiempo.
Manuela Gálvez, de 61 años y originaria de Sinaloa, México, es una de las solicitantes a las que Huerta ayudó. Su hijo, Luis Alberto Vásquez, murió de covid el 22 de abril de 2020. Vásquez, de 36 años, dirigía un equipo de limpieza que desinfectaba instalaciones de vida asistida, que es donde Gálvez cree que su hijo se contagió.
Gálvez dijo que se enteró de los cheques de FEMA a través de sus familiares, pero que no entendía el proceso. “Norma me hizo un gran favor llenando ese papeleo”, dijo Gálvez. “No habría sido capaz de hacerlo yo sola porque estoy completamente perdida en lo que es la tecnología”.
Los que más necesitan ayuda son los más desconectados, dijo Rafael Fernández de Castro, director del Centro de Estudios México-Estados Unidos de la Universidad de California-San Diego. “Muchas veces son personas que no sólo no hablan inglés, sino que a veces, ni siquiera hablan bien el español”, señaló Medina. “Como la gente que viene de Yucatán que hablan una lengua maya”.
Isaías Hernández, director ejecutivo del Centro Comunitario Eastmont en el Este de Los Angeles, dijo que muchas de las personas que le piden ayuda se sienten abrumadas por el proceso. “La mayoría nunca ha enterrado a un ser querido, así que están conmocionadas y todavía lidiando con el trauma”, explicó Hernández. “Sólo reunir los documentos les parece complicado”.
Los inmigrantes indocumentados y los que tienen visados temporales no son elegibles para la ayuda funeraria de FEMA, a pesar de que activistas como Hernández dicen que ellos son los que mantuvieron al país a flote durante la pandemia. “Trabajan en los supermercados, las guarderías y las escuelas”, dijo. “Son los trabajadores esenciales”. Hernández añadió que su oficina ha recibido pocas llamadas de personas que preguntan por el estatus legal.
Según Hernández, no se trata sólo de tener acceso a la tecnología, sino también de tener acceso a las personas que pueden apoyarlos. “La gente de nuestra comunidad depende en gran medida de la generación más joven, que puede ayudarles a manejar las funciones informáticas básicas”, dijo.
Para Gálvez, esa persona era su difunto hijo, Luis Alberto. “Él era el que tenía más paciencia conmigo”, comentó.
Gálvez está esperando la respuesta de FEMA para saber si tiene derecho a que le reembolsen los $5,400 que gastó en el funeral de su hijo. “Si no pueden darme el dinero, no pasa nada”, afirmó Gálvez. “Es una ayuda que me ofrecen y que de todas formas no esperaba recibir. Está en manos de Dios”.
Esta historia fue producida por KHN, que publica California Healthline, un servicio editorialmente independiente de la California Health Care Foundation.