Los Estados Unidos se encuentran en medio de un aumento importante y sostenido de enfermedades de transmisión sexual (ETS).
¿Cómo están respondiendo los funcionarios de salud pública?
En el condado de Clackamas, en el noroeste de Oregon, han decidido preguntarles a las personas a las que se les diagnostica una ETS cuáles son o fueron sus parejas sexuales, y buscarlas.
Ese trabajo recae en dos mujeres: la enfermera registrada Mary Horman y la especialista en intervención de enfermedades Liz Baca. La mayor parte de la tarea la realizan por teléfono, informándoles a las personas que su pareja sexual (no les dicen el nombre) ha sido diagnosticada con gonorrea, VIH, clamidia o sífilis.
Es una conversación difícil. Y a muchos no se los puede contactar por teléfono. Entonces, una vez a la semana, Horman y Baca se suben a un automóvil y comienzan golpear puertas.
“A veces puede ser aterrador”, dijo Baca, “especialmente en las zonas rurales donde realmente confías en el GPS para llegar a destino, y en ocasiones hay caminos que te llevan… a ninguna parte”. Hasta ahora nunca se han perdido.
Muchos residentes en las afueras del condado poseen armas de fuego, agregó Baca, y se sienten cómodos mostrándolas, si sienten que necesitan proteger sus propiedades.
“Siempre trato que me vean bien y de no parecer temerosa”, dijo. Su objetivo es acercarse con la mayor calidez posible, diciendo: “’Vengo con una enfermera’ o ‘Me llamo Liz y trabajo para el condado de Clackamas'”.
Las mujeres viajan juntas y nunca entran a una casa, explicó Baca. Y siempre llevan un teléfono celular para mantener informada a la oficina central sobre su paradero.
En la tarde que las entrevisté, Horman y Baca ya habían sido desafiadas por un perro y tuvieron que irse del parque de casas rodantes con las manos vacías. Tenían la dirección correcta, pero no sabían a qué puerta tocar. Y no podían simplemente preguntar, porque los vecinos pueden adivinar por qué el departamento de salud está rastreando a alguien, y eso sería una violación de la privacidad médica.
Luego llamaron a un trabajador de 64 años, al que identificamos solo como Larry por las mismas razones de privacidad. Acordó hablar con ellas, con la esperanza de advertir a otras personas sobre los riesgos sustanciales de la sífilis.
Baca y Horman le explicaron cómo algunas enfermedades, como la sífilis, son “notificables”, lo que significa que tan pronto como lo diagnosticaron a Larry, el médico tuvo que informar al condado, y por eso ellas estaban allí.
Larry les dijo que ya había recibido penicilina por vía intravenosa y que estaba sanando bien.
La conversación se hizo más dura cuando Baca trató de comprender el alcance de la infección de Larry mostrándole imágenes gráficas de llagas y erupciones.
“Entonces, otro síntoma de la sífilis secundaria es la pérdida de cabello”, le explicó. “¿Recuerdas alguno de estos síntomas? ”
“Sí”, respondió Larry, sonriendo. “Y he tenido llagas en estos 10 años”.
Eso significa que Larry vivió con sífilis por al menos una década, sin saberlo.
Muchas personas que tienen sífilis son asintomáticas, lo que significa que portan la bacteria, pero no muestran síntomas obvios. Y eso hace que la infección sea más difícil de combatir.
Además, el hecho que la enfermedad fue casi erradicada en gran parte de los Estados Unidos por un tiempo, hace que algunos médicos más jóvenes no reconozcan fácilmente los síntomas.
Larry dijo que solía tener relaciones sexuales con múltiples parejas que contactaba a través de Craigslist, pero no recuerda ningún nombre.
Después de 10 años, ya es demasiado tarde para rastrear a esas personas, dijo Baca, abatida. Aun así, siente que hablar con Larry no fue una pérdida de tiempo.
“Al estar en la calle, te encuentras con la gente y logras tener esa intervención de salud pública que es crucial”, dijo.
David Harvey, director ejecutivo de la National Coalition of STD Directors, coincidió en que los esfuerzos de los trabajadores de campo como Baca y Horman son vitales.
“Los especialistas en intervención de enfermedades están haciendo un trabajo heroico”, dijo. “Están ayudando a las personas a navegar el sistema y a recibir atención”.
Harvey agregó que, veinte años atrás, había hasta 4.000 especialistas en intervención de enfermedades como Baca en el país. Ahora, debido a los costos de salud pública, el número ha bajado a aproximadamente 1.400.
Baca dijo que continuará el trabajo, priorizando las poblaciones de alto riesgo, como los hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y las mujeres embarazadas.
La doctora Sarah Present, oficial de salud pública del condado de Clackamas, dijo que la sífilis en los recién nacidos puede causar complicaciones neurológicas graves e incluso la muerte.
“Tenemos varios casos de sífilis congénita en nuestro condado este año”, señaló Presente, “algo inaudito hace una década”.
En parte debido a ese aumento de la sífilis en bebés, Clackamas ahora dedica más recursos a rastrear agresivamente a las parejas, y a alentarlas a que se realicen la prueba, dijo Present, incluso si esas notificaciones pueden llevar a conflictos familiares.
“Hacemos todo lo posible para que la [persona diagnosticada en primer lugar] hable con sus parejas por nosotros”, dijo Present. “No queremos ser los malos”. Sin embargo, podemos ser un aliado para las personas que tienen las infecciones y ayudarlas a encontrar la mejor manera de controlar la propagación de la enfermedad”.
Un estudio publicado por el condado de Clackamas a principios de este verano muestra que las tasas de sífilis han aumentado 1,300 % en ocho años, en parte debido a que las cifras solían ser muy pequeñas.
Y Clackamas no es un caso atípico. Un nuevo informe de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) encontró que, en los últimos años y a nivel nacional, el número de casos de gonorrea ha aumentado en un 67% y los casos de sífilis en un 76%.
El doctor Jonathan Mermin, director del Centro Nacional de Enfermedades de Transmisión Sexual de los CDC, dijo que la nación está retrocediendo.
“Los sistemas que previenen la diseminación de estas enfermedades están quebrándose”, agregó.
Los científicos dicen que hay muchas razones para que los casos se disparen a nivel nacional, desde el aumento de las bacterias resistentes a los antibióticos, hasta la facilidad de tener sexo casi de manera anónima en una era de aplicaciones de citas en celulares.
Los departamentos de salud pública en los Estados Unidos tienen un poder sustancial. En su esfuerzo por prevenir la propagación de enfermedades, se les permite inspeccionar, tratar y poner en cuarentena a cualquier persona, incluso sin su consentimiento. Ese poder se origina en la ley inglesa, que considera que los derechos de un individuo pueden limitarse en nombre del bien común.
El ejemplo más famoso es el de la cocinera Mary Allon, de Long Island, Nueva York, a la que se la conoció como “Typhoid Mary”. Allon era portadora asintomática y transmisora de la fiebre tifoidea a principios del siglo XX, y funcionarios de salud estatales la mantuvieron aislada, a la fuerza, por años.
Nadie aboga ahora por medidas tan draconianas, especialmente para las enfermedades de transmisión sexual. Pero los departamentos de salud pública pueden ejercer un poder significativo sobre ciertas enfermedades infecciosas (como la tuberculosis resistente a los medicamentos) que son más ampliamente contagiosas porque se trasmiten por el aire.
El condado de Clackamas y los otros dos condados que conforman el área metropolitana de Portland han recibido subsidios estatales y federales importantes para ayudar a pagar el trabajo de alcance comunitario extra de salud pública.
Están tomando varias medidas para detener la transmisión de infecciones sexuales, como el fortalecimiento de las actividades de prevención, la mejora de las pruebas de detección, la evaluación de poblaciones de alto riesgo y la educación del público. Los condados también intentan apoyar mejor a las personas cuyos resultados dan positivos.
Cuando Baca y Horman visitaron a Larry en el porche de su casa, el hombre se dio cuenta que estaba muy enfermo y comenzó a tomarse la infección muy en serio, “iba a ser una cuestión de vida o muerte”.
Baca y Horman reconocen que la oportunidad de salvar vidas es la razón por la cual hacen este trabajo, aunque a veces es incómodo, reconocieron ambas mientras volvían al auto, listas para visitar al próximo paciente.
Esta historia es parte de una asociación que incluye Oregon Public Broadcasting, NPR y Kaiser Health News.