Gerardo Alejandrez solía golpear a sus compañeros de clase, tirar sillas y maldecir a sus maestros, conductas que lo forzaron a ir cambiando periódicamente de escuela. “Tuve muchos problemas de ira”, contó el joven de 16 años.
Luego, Gerardo entró a una clase en Oakland Technical High School, en Oakland, California, para estudiantes que tienen problemas de salud mental o de comportamiento. El maestro en esa aula recibe apoyo de Erich Roberts, un trabajador social psiquiátrico asignado al grupo. El Distrito Escolar Unificado de Oakland le factura a Medicaid, el programa de seguro de salud para personas de bajos ingresos, por los servicios de Roberts.
Esos pagos cubren oficialmente el tiempo que Roberts pasa, dentro y fuera del aula, brindando terapia y otros tipos de asistencia a nueve jóvenes cubiertos por Medicaid, así como también las reuniones con miembros de las familias. La presencia de Roberts también beneficia al maestro y a otros cuatro niños de la clase que no tienen seguro del gobierno. Muchos de los estudiantes probablemente abandonarían la escuela sin esta ayuda adicional, dijo Roberts.
Medicaid, creado en 1965 para proporcionar seguro de salud a los más pobres, ahora funciona como un salvavidas para millones de estudiantes como Gerardo, cuyas calificaciones han mejorado y quién quiere convertirse en diseñador de moda, así como para cientos de alumnos en distritos escolares de todo el país.
El programa de seguro público ha evolucionado, y ahora financia un abanico de servicios relacionados con la educación, incluido el transporte para niños con discapacidades, clínicas escolares y asesoramiento para niños que provienen de hogares disfuncionales. Los fondos de Medicaid ahora están entretejidos en el sistema educativo de la nación.
Pero a medida que el Congreso busca recortar el gasto federal en salud, el uso de dólares de Medicaid en las escuelas podría estar bajo un nuevo escrutinio. Los críticos se preguntan si las escuelas son los mejores lugares para proporcionar todos los servicios que ahora ofrecen, y si el sistema educativo se ha vuelto demasiado dependiente del programa. Educadores y defensores argumentan que las escuelas son el lugar oportuno para abordar los problemas relacionados con la salud y que la ley federal les exige que brinden dichos beneficios. Y, dicen, si Medicaid no paga, ¿quién lo hará?
Con una administración republicana que promete recortar Medicaid, Kaiser Health News está examinando cómo los Estados Unidos se han convertido en una “Nación Medicaid”, donde grandes cantidades de estadounidenses confían, directa o indirectamente, en el programa, a menudo sin saberlo. El papel de Medicaid en las escuelas es un ejemplo revelador.
Medicaid gasta solo $4 mil millones de su presupuesto anual de $400 mil millones en las escuelas, una “porción muy pequeña del pastel”, dijo Jessica Schubel, analista de políticas en el Center on Budget and Policy Priorities, una entidad bipartidista. Pero para los distritos escolares que ofrecen una variedad de servicios, los que silenciosamente se han vuelto vitales para estudiantes y familias, perder esta fuente de financiamiento sería “un gran problema”.
Un ámbito ampliado
La naturaleza exacta de las consecuencias dependerá en gran medida del estado y los distritos escolares, ya que las jurisdicciones despliegan fondos de Medicaid de manera diferente.
Generalmente, el programa federal puede ayudar a los distritos a proporcionar una variedad de servicios, personal y equipo para sus estudiantes. Aunque no todos los distritos recurren a la financiación, Medicaid les reembolsará por exámenes de vista y audición realizados en la escuela, terapia ocupacional para estudiantes de educación especial, incluyendo, por ejemplo, el manejo de la diabetes y el control del asma. También cubre sillas de ruedas y otros dispositivos médicos para que un alumno pueda asistir a clase. En el Distrito Escolar Unificado de Oakland, y otros en todo el país, apoya servicios de salud mental.
Según una encuesta de 2017 realizada por la Asociación de Superintendentes Escolares, el 68% de los superintendentes dijeron que los dólares de Medicaid financiaron a enfermeras escolares, consejeros y otros miembros del personal de salud. Estos fondos también les permiten a los distritos pagar salarios del personal como Roberts, comprar equipos médicos y, en general, reforzar sus presupuestos de educación, dijo Schubel.
Pero algunos críticos de Medicaid, especialmente los conservadores, cuestionan este flujo de dinero.
Lindsey Burke, directora del conservador Centro de Política Educativa de la Heritage Foundation, argumenta que, en general, los gastos de Medicaid están creciendo demasiado rápido. Ella dijo que los cambios son necesarios para permitir a los estados y distritos más flexibilidad, y para recompensar las “elecciones sensatas” sobre qué ofrecer con dinero de Medicaid.
“Medicaid requiere que se cubra la atención de salud de los niños pobres, pero no indica que los distritos escolares brinden tal cobertura”, dijo Burke.
En el pasado, el gobierno penalizó a algunos distritos escolares por alejarse de los propósitos previstos. Hace diez años, los investigadores federales descubrieron una facturación inadecuada por servicios de Medicaid en una escuela y casos de despilfarro y fraude en Texas, Massachusetts y Nueva York. Los dólares destinados a la atención médica se utilizaron para el transporte de niños, o para salarios o beneficios de los funcionarios escolares. En 2007, se descubrió que Texas había presentado 300 reclamos mal codificados, lo que resultó en casi $19 millones de pagos federales por costos no permitidos en el programa de servicios escolares de Medicaid.
Zanjando brechas
En muchos estados, la creciente dependencia de las escuelas en el Medicaid es en cierto modo una consecuencia de los mandatos federales de ampliar los servicios educativos y la falta de fondos específicos para solventarlos.
En 1975, el Congreso aprobó la Ley de Educación para Individuos con Discapacidades (IDEA), que otorgaba a los estudiantes con discapacidades el derecho a una educación gratuita adaptada a sus necesidades. La ley estipula que el Congreso puede pagar hasta el 40% del costo promedio por cada niño que reciba educación especial. Sin embargo, los pagos nunca alcanzaron ese umbral.
Medicaid ayuda a cerrar la brecha.
Michael Walt, un niño de 10 años con síndrome de Williams, una anomalía genética que causa problemas cardíacos y retrasos graves en el desarrollo, es uno de los estudiantes que recibe apoyo en su clase gracias a Medicaid. Su escuela, Forestdale Elementary en Springfield, Virginia, tiene un equipo de terapeutas vocacionales y del habla para mejorar las habilidades físicas e intelectuales de Michael.
Medicaid contribuye con $1.5 millones por año en promedio para ayudar a pagar los servicios de salud y terapia, dijo John Torre, vocero de las Escuelas Públicas del condado de Fairfax, al que pertenece la escuela de Michael. Sus escuelas facturan a Medicaid por servicios que incluyen terapia física y ocupacional, asesoramiento psicológico y asistencia con el habla y el lenguaje. También paga transporte especial para estudiantes con discapacidades, que Michael usa casi todas las mañanas.
Su madre, Lara Walt, abogada, dijo que los servicios que ofrece la escuela han mejorado el habla, el caminar y las habilidades motrices de Michael. Ahora puede comer avena con una cuchara. Aunque su hijo nunca viva independientemente, apuntó que, sin los fondos de Medicaid, “estaría en un muy peor lugar”.
Al otro lado del país, JP De Oliveira, consejero clínico profesional de East Bay Agency for Children, en Oakland, trabaja en Hoover Elementary School con estudiantes que están en Medi-Cal y tienen diagnósticos por los que califican para recibir asesoramiento. El Medi-Cal le paga por su tiempo con estos niños.
Uno de los estudiantes, Rodney Davis, de 7 años, es un niño extrovertido que el año pasado tuvo una crisis de ansiedad y no quería ir a la escuela. Oliveira aconseja a Rodney, juega con él y lo ayuda con ejercicios de respiración. “Realmente necesita esa tranquilidad… saber que todo va a estar bien”, dijo Oliveira.
Diferentes estados, diferentes gastos
Mientras que algunos condados de California despliegan millones de dólares de Medicaid cada año en las aulas, algunos estados gastan poco o nada. Se desconoce mucho acerca de cómo se gastan los fondos de Medicaid en las escuelas. “No hay muy buena documentación sobre qué políticas tienen los estados y cuánto usan”, dijo Nora Gordon, profesora asociada de la Escuela McCourt de Política Pública de la Universidad de Georgetown.
El Distrito Escolar Unificado de Los Ángeles, que tiene un presupuesto total de $7.5 mil millones y sirve a alrededor de 750,000 niños, recibe más de $20 millones en fondos anuales de Medi-Cal, el nombre de su programa de Medicaid. El dinero ayuda a pagar exámenes médicos, equipos especializados y servicios de salud para estudiantes en clínicas médicas y de salud mental. También se utiliza para ayudar a inscribir a los estudiantes y a sus familias en planes de seguro de salud bajo la Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA).
El distrito tiene enfermeras para atender a cada escuela, incluidos 12 puestos que están completamente financiados por Medi-Cal. Las enfermeras ofrecen una variedad de servicios, como vacunación y tratamiento para el asma.
Por el contrario, Wyoming no factura a Medicaid ningún servicio de salud escolar. En cambio, su Departamento de Educación estatal reembolsa a los distritos escolares para que cubran los servicios de educación especial.
La distribución de pagos federales y estatales varía, dependiendo de cómo los estados priorizan dichos fondos o facturan a Medicaid. En 2015, California cubrió aproximadamente la mitad de casi $180 millones en fondos de Medi-Cal para servicios escolares. En todo el estado de Virginia, los pagos de Medicaid por servicios de salud basados en la escuela totalizaron $58.8 millones en 2015, de los cuales casi la mitad provino de las arcas del estado.
Tom Smith, quien es el enlace legislativo de la Asociación de Superintendentes Escolares de Virginia, dijo que la pérdida de dólares federales de Medicaid podría obligar a los distritos escolares, de Virginia y de otros lugares, a cortar servicios o recurrir a fondos estatales y locales, lo que implicaría recortes en otras áreas. “Todos sentirán el dolor de una manera u otra”, dijo.
La cobertura de KHN de estos temas cuenta con el respaldo de Blue Shield of California Foundation y de Heising-Simons Foundation