Los candidatos presidenciales no solo se han estado enfrentando sobre el sistema de atención médica. También están discutiendo detalles de su salud personal. Y con las primarias del Súper Martes más cerca, es probable que estos enfrentamientos se intensifiquen.
Antes del debate en Las Vegas, Briahna Joy Gray, secretaria de prensa nacional del senador por Vermont Bernie Sanders, dijo a CNN que opositores están tratando de usar el ataque cardíaco que sufrió en octubre en su contra.
Luego, por error, Gray afirmó que Mike Bloomberg “ha sufrido ataques cardíacos en el pasado”, una declaración que rápidamente retiró después que un asesor de Bloomberg dijera en un tweet que esa era una “mentira de Trumpy”.
La campaña de Bloomberg explicó que el ex alcalde de Nueva York no tuvo un ataque al corazón, pero sí se le colocaron stents coronarios hace dos décadas después que una prueba cardíaca indicara que podrían ser útiles.
Pero, a pesar de las aclaraciones, los candidatos siguieron mostrando sus garras ante las cámaras.
“Creo que tal vez lo único que el alcalde Bloomberg y yo compartimos es que él también tiene dos stents”, dijo Sanders el jueves 20 de febrero.
Bloomberg respondió: “Hace veinticinco años”.
No es sorprendente, considerando que ésta es la camada de candidatos más veteranos, que sus signos vitales se estén convirtiendo en un tema de conversación.
“Cuando se trata de política, la salud personal es solo un tema más para tratar de aprovechar”, dijo Arthur Caplan, profesor de bioética en la Escuela de Medicina de la Universidad de Nueva York (NYU).
¿Cómo encaja esta información en lo que los votantes evalúan a la hora de decidirse por un candidato? ¿Realmente importa si un paciente recibió un stent como parte del tratamiento por un ataque cardíaco, como Sanders, o por otra razón, como para aliviar el dolor en el pecho o después de una prueba de estrés, como Bloomberg?
“En la actualidad, con la forma en que la tecnología ha avanzado y las habilidades de los cardiólogos, diría que son prácticamente lo mismo. Ambos tienen buenos resultados”, dijo el doctor Hadley Wilson, cardiólogo en Charlotte, Carolina del Norte, y miembro de la junta de fideicomisarios del Colegio Americano de Cardiología.
Los stents se usan casi siempre cuando una persona está teniendo un ataque cardíaco.
Los ataques al corazón pueden ocurrir cuando la placa se rompe dentro de los vasos sanguíneos del corazón, causando un bloqueo. Para abrir la arteria bloqueada, los médicos insertan stents, que son pequeños tubos de alambre. Posteriormente, toman medicamentos para reducir el riesgo de ataques cardíacos posteriores.
Cuando a Bloomberg le colocaron el suyo, se usaban comúnmente en situaciones que no eran de emergencia para abrir arterias estrechas, con la idea de que podrían prevenir un ataque cardíaco, explicó la doctora Suzanne Steinbaum, cardióloga en Nueva York y vocera de la Asociación Americana del Corazón.
Pero, desde entonces, “aprendimos que los stents no previenen un ataque cardíaco y que el uso de medicamentos podría ser igualmente beneficioso”, dijo Steinbaum, y agregó que las mejores medidas preventivas son las opciones de estilo de vida, como una buena dieta, hacer ejercicio y no fumar.
El noveno debate también destacó la pregunta más amplia: ¿cuánto del historial médico de un candidato se debe exponer en el ojo público?
Sanders, quien enfrentó críticas en octubre por demoras en informar su condición, dijo que desde entonces ha publicado “el informe completo de ese ataque cardíaco”, incluidas cartas de su médico de atención primaria y dos cardiólogos que dan fe de su salud y recuperación en general.
Pero el candidato Pete Buttigieg, ex alcalde de South Bend, Indiana, dijo que Sanders no había proporcionado suficientes detalles.
“Bajo Obama, el estándar era que el presidente publicaría registros médicos completos, haría un examen físico y publicaría el informe”, dijo durante el debate. “Ahora, el presidente Trump bajó ese estándar, diciendo que solo es suficiente una carta de un médico. Y mucha gente en este escenario ahora dice que es suficiente “.
Buttigieg mismo aún no ha proporcionado un registro médico completo.
“Pero ciertamente estoy preparado para obtener un examen físico, y publicar los resultados”, dijo durante el debate. “Creo que todos aquí deberían estar dispuestos a hacer lo mismo”.
“Cuando el país está eligiendo a alguien para que tenga el dedo en el botón nuclear, la expectativa de privacidad personal es muy, muy limitada”, dijo David Blumenthal, director del Commonwealth Fund. “Es difícil imaginar algo [relacionado con la salud] que no sea relevante”.
Sin embargo, ese argumento no siempre se sostiene.
Cuando se postuló para presidente en 2008, el entonces senador John McCain, de 70 años, publicó más de 1,000 páginas de sus registros médicos.
Por el contrario, la campaña de Donald Trump lanzó inicialmente una carta brillante de su médico personal que concluía que sería “la persona más saludable elegida para la presidencia”. Después de las críticas de que la carta carecía de detalles, Trump agregó información sobre su estatura, peso y niveles de colesterol y se convirtió en el presidente más viejo, a los 70 años, en asumir el cargo, superando a Ronald Reagan, que estaba a solo unas semanas de cumplirlos.
Este año, los candidatos Bloomberg y Sanders tienen 78 años; el ex vicepresidente Joe Biden, 77; y la senadora Elizabeth Warren, 70. La senadora Amy Klobuchar tiene 59 años, y Buttigieg es el más joven, 38.
Todo lo que pueda ser “relevante para la capacidad y competencia de un candidato para gobernar y su potencial longevidad debe revelarse”, dijo Blumenthal, quien también es médico.
Los votantes entonces pueden decidir lo que es importante. La información también podría afectar la forma en que los votantes ven la elección de un vicepresidente, especialmente si el candidato para el cargo más alto tuvo una enfermedad grave o alguna otra cosa que pudiera limitar su mandato, dijo.
Sin embargo, específicamente qué registros y cómo darlos a conocer es un tema complicado.
Caplan, de la NYU, ha abogado durante mucho tiempo por la creación de un panel médico independiente especial para evaluar la salud de los candidatos presidenciales y hacer públicos sus hallazgos.
“Sería como un examen físico ejecutivo, que es lo que hacen muchas compañías antes de elegir a un CEO”, dijo.
Y decidir qué analizar también sería complicado.
Los candidatos “pueden haberse mudado, sus médicos pueden haber muerto o los registros pueden no estar disponibles”, señaló Lawrence Altman, quien cubrió elecciones presidenciales como reportero para The New York Times y ahora es un estudioso en el Woodrow Wilson International Center for Scholars.
Si bien no existe un requisito específico de que los candidatos divulguen ninguna información, lo que los votantes quieren saber varía.
“Depende de su interés en el candidato”, dijo Altman. “Mucha gente superpone sus elecciones políticas o sentimientos en el aspecto médico. Están dispuestos a descartar algo si realmente les gusta el candidato o plantear un gran problema al respecto si, por el contrario, no les gusta”.