El hombre de 50 años con la cabeza rapada y los ojos marrones no reaccionó cuando los paramédicos lo llevaron a la sala de emergencias. Sus bolsillos estaban vacíos: ni billetera, ni teléfono, ni un solo trozo de papel que pudiera revelar su identidad a las enfermeras y médicos que estaban tratando de salvarle la vida. Su cuerpo no tenía cicatrices ni tatuajes distintivos.
Casi dos años después de ser atropellado por un automóvil en el ajetreado bulevar de Santa Mónica, en enero de 2017, y de que lo transportaran a Los Ángeles County + USC Medical Center con una lesión cerebral devastadora, nadie había venido a buscarlo o lo había reportado como desaparecido. El hombre murió en el hospital, todavía sin nombre.
El personal del hospital a veces debe actuar como detective cuando un paciente sin identificación llega para recibir atención. Establecer la identidad ayuda a evitar los riesgos que pueden conllevar realizar tratamientos sin conocer el historial médico del paciente. Y se esfuerzan por encontrar parientes cercanos para ayudar a tomar decisiones médicas.
“Buscamos a alguien que pueda tomar decisiones, una persona que pueda ayudarnos”, dijo Jan Crary, trabajadora social clínica supervisora en L.A. County + USC: con frecuencia convocan a su equipo para identificar a pacientes sin nombre.
El hospital también necesita un nombre para cobrar el pago de un seguro privado o programas de salud del gobierno como Medicaid o Medicare.
Pero las leyes federales de privacidad pueden hacer que descubrir la identidad de un paciente sea un desafío para el personal de los hospitales de todo el país.
En L.A. County + USC, los trabajadores sociales revisan las pertenencias y la ropa del paciente, sus teléfonos celulares si no tienen contraseña, buscando nombres y números de familiares y amigos, y revisan recibos o pedazos de papel arrugados en busca de cualquier rastro de la identidad del paciente. Hacen preguntas a los paramédicos que lo trajeron o a los operadores del 911 que atendieron la llamada.
También toman nota de los tatuajes y piercings, e incluso intentan rastrear los registros dentales. Es más difícil chequear las huellas dactilares, porque eso se hace a través de la aplicación de la ley, que se involucrará solo si el caso tiene un costado criminal, dijo Crary.
A menudo, los pacientes no identificados son peatones o ciclistas que dejaron sus identificaciones en casa y fueron arrollados por vehículos, agregó Crary. También pueden ser personas con deterioro cognitivo grave, como Alzheimer, pacientes en estado psicótico o usuarios de drogas que sufrieron una sobredosis. Los pacientes más difíciles de identificar son aquellos que están socialmente aislados, incluidas las personas sin hogar, cuyas admisiones en hospitales han aumentado considerablemente en los últimos años.
En los últimos tres años, el número de pacientes que llegaron sin identificación a L.A. County + USC aumentó de 1.131 en 2016 a 1.176 en 2018, según datos proporcionados por el hospital.
Si un paciente permanece sin identificar por mucho tiempo, el personal del hospital inventará una identificación, generalmente comenzando con la letra “M” o “F” para el género, seguido de un número y un nombre al azar, dijo Crary.
Otros hospitales recurren a tácticas similares para facilitar la facturación y el tratamiento. En Nevada, los hospitales tienen un sistema electrónico que asigna a los pacientes no identificados un “alias de trauma”, dijo Christopher Lake, director ejecutivo de resiliencia comunitaria en la Asociación de Hospitales de Nevada.
El tiroteo en un concierto de Las Vegas en octubre de 2017 representó un desafío para los hospitales locales que intentaron identificar a las víctimas. La mayoría de los asistentes al concierto llevaban muñequeras con chips escaneables que contenían sus nombres y números de tarjetas de crédito para poder comprar cerveza y recuerdos. En la noche del tiroteo, el último día de un evento de tres días, muchos se sentían tan cómodos con las pulseras que no llevaban carteras ni billeteras.
Esa noche, más de 800 personas resultaron heridas y fueron trasladadas a numerosos hospitales, ninguno de los cuales estaba equipado con dispositivos para escanear las pulseras. El personal de los hospitales trabajó para identificar a los pacientes por sus tatuajes, cicatrices u otras características distintivas, y por fotografías en las redes sociales, dijo Lake. Pero fue una batalla, especialmente para los hospitales más pequeños, agregó.
La Ley federal de responsabilidad y portabilidad del seguro de salud (HIPAA, por sus siglas en inglés), destinada a garantizar la privacidad de los datos médicos personales, a veces puede hacer que la identificación sea más ardua porque es posible que un hospital no quiera divulgar información sobre pacientes no identificados a personas que indagan sobre personas desaparecidas.
En 2016, un hombre con Alzheimer fue ingresado en un hospital de Nueva York a través de la emergencia como paciente no identificado y se le asignó el nombre de “Trauma XXX”.
La policía y miembros de la familia preguntaron por él en el hospital varias veces, pero le decían que no estaba allí. Después de una semana, durante la cual cientos de amigos, familiares y agentes de la ley buscaron al hombre, un médico que trabajaba en el hospital vio una noticia sobre él en la televisión y se dio cuenta que era el paciente no identificado.
Más tarde, los funcionarios del hospital le dijeron al hijo de este hombre que, debido a que no había preguntado explícitamente por “Trauma XXX”, no pudieron darle información que pudiera haberlo ayudado a identificar a su padre.
A raíz de esa confusión, el Centro de Información para Personas Desaparecidas del estado de Nueva York elaboró un conjunto de pautas para los administradores de hospitales que reciben solicitudes de información sobre personas desaparecidas de la policía o miembros de la familia.
Estas pautas incluyen aproximadamente dos docenas de pasos que deben seguir los hospitales, que incluyen la notificación a la recepción, la introducción de descripciones físicas detalladas en una base de datos, tomar muestras de ADN y el seguimiento de correos electrónicos y faxes sobre personas desaparecidas.
Las pautas de California estipulan que, si un paciente no está identificado y tiene incapacidades cognitivas, “el hospital puede revelar solo la información mínima necesaria que sea directamente relevante para ubicar a los familiares del paciente, si esto es por el mejor interés del paciente”.
En L.A. County + USC, la mayoría de los pacientes sin nombre se identifican rápidamente: o bien recuperan el conocimiento o, como en la mayoría de los casos, amigos o familiares llaman para preguntar por ellos, dijo Crary.
Aun así, el hospital no siempre tiene éxito. De 2016 hasta 2018, 10 personas sin nombre permanecieron sin identificar durante sus estadías en L.A. County + USC. Algunos murieron en el hospital; y otros fueron a hogares de adultos mayores con nombres inventados.
Pero Crary dijo que ella y su equipo agotan todas las vías en busca de una identidad.
Una vez, un hombre mayor, no identificado y de aspecto distinguido, con una barba recortada con pulcritud, fue llevado a la sala de urgencias delirando, con lo que luego se diagnosticó como encefalitis, y con incapacidad para hablar.
Siguiendo la corazonada de que este hombre tan distinguido debía tener a alguien que lo estaba buscando, Crary consultó con las estaciones de policía en el área. Lo que descubrió es que el hombre era buscado en varios estados por agresión sexual.
“Es un caso que nunca olvidaré”, agregó Crary. “La verdad es que estoy más feliz cuando podemos identificar a un paciente y ubicar a la familia para tener una hermosa reunificación, en vez de encontrar a un criminal”.