SARASOTA, Florida — Florida planea eliminar casi medio siglo de vacunas infantiles obligatorias contra enfermedades que han causado muertes y dejado secuelas en millones de niños. Muchos críticos, incluidos profesionales de salud, temen hablar públicamente en contra de esta decisión.
Con el apoyo del gobernador republicano Ron DeSantis, Joseph Ladapo, cirujano general del estado, anunció el 3 de septiembre su intención de eliminar todos los requisitos de vacunación para niños en edad escolar.
“Cada una de esas normas está equivocada y destila desprecio y esclavitud”, dijo ante una multitud de personas contrarias a las vacunas en Tallahassee. “¿Quién soy yo, como gobierno o como individuo, para decirte qué debes poner en tu cuerpo?”, agregó.
La historia demuestra que los mandatos aumentan el uso de vacunas.
Sin embargo, si las tasas de vacunación bajan, aumentan los casos de enfermedades como sarampión, hepatitis, meningitis y neumonía —e incluso podrían regresar enfermedades como la difteria y la poliomielitis—.
Muchas de estas enfermedades son una amenaza no solo para quienes no están vacunados, sino también para quienes los rodean, incluidos bebés y personas mayores con sistemas inmunes debilitados.
Pero ese hecho científico ha sido ignorado en Florida. Las autoridades de salud se han mantenido en silencio frente a la campaña de Ladapo —y no porque estén de acuerdo—. La Universidad de Florida ha silenciado a especialistas en enfermedades infecciosas, según el profesor emérito Doug Barrett, ex jefe de pediatría y vicepresidente senior de asuntos de salud de esa universidad.
“Les dicen que no hablen con nadie sin permiso de sus supervisores”, aseguró. Voceros de la universidad no respondieron a solicitudes de comentarios.
Lo mismo ocurre con los funcionarios de los departamentos de salud de los condados, según John Sinnott, profesor jubilado de la Universidad del Sur de Florida, quien tiene amistad con uno de esos líderes locales.
El departamento de salud del condado de Sarasota remitió a un reportero a las autoridades estatales en Tallahassee, quienes respondieron con una declaración señalando que las vacunas “seguirán estando disponibles” para las familias que las quieran. El estado no respondió a otras solicitudes de entrevista con Ladapo ni a otras preguntas.
Muchos pediatras también guardan silencio, al menos públicamente.
“Muchos no se pronuncian con claridad sobre si los niños deben vacunarse”, dijo Neil Manimala, urólogo y presidente electo de la Asociación Médica del Condado de Hillsborough. “No quieren perder pacientes. Y hay suficientes personas antivacunas como para destrozarte con reseñas en Google, contando que los médicos quieren ‘inyectar veneno’”.
Historia de los mandatos en la vacunación moderna
Varios estados eliminaron mandatos de vacunación a principios del siglo pasado, cuando la viruela era la única vacuna ampliamente utilizada, según el historiador Robert Johnston, de la Universidad de Illinois-Chicago.
Ningún estado lo ha hecho desde que se sumaron otras vacunas al calendario. (La vacunación rutinaria contra la viruela terminó en 1972).
En los años 70, brotes persistentes de sarampión llevaron a que las autoridades reforzaran la protección infantil con mandatos escolares obligatorios en todos los estados. Hoy, la polarización política sobre las vacunas luego de la pandemia de covid ha cambiado el panorama.
Y esto se nota especialmente en Florida, aunque legisladores en Texas y Louisiana también están considerando eliminar requisitos de vacunación, y en Idaho basta con que los padres soliciten una exención.
“Este es un momento decisivo para muchas familias que ya tenían dudas sobre vacunar a sus hijos y que ahora reciben el mensaje de que no es necesario”, dijo Jennifer Takagishi, vicepresidenta de la filial de Florida de la Academia Americana de Pediatría.
No está claro qué tan rápido podrían volver las enfermedades prevenibles por vacunas si Florida elimina los mandatos, ni cómo respondería la población.
Consultado en una entrevista sobre si su oficina había diseñado posibles escenarios epidemiológicos antes del anuncio de septiembre, Ladapo respondió: “Absolutamente no”. Según el cirujano general, la libertad parental no es un asunto científico, sino de “lo que está bien o mal”.
Un mes después, el Departamento de Salud de Florida no respondió a preguntas sobre si estaba elaborando planes de contingencia ante posibles brotes. Durante un brote de sarampión en el condado de Broward en 2024, Ladapo envió a los padres una carta autorizando que los niños no vacunados asistieran a la escuela, desafiando las recomendaciones basadas en evidencia de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
En 1977, un brote de sarampión que mató a dos niños en el condado de Los Ángeles provocó una fuerte reacción nacional contra quienes rechazaban las vacunas.
Pero durante una epidemia reciente que causó la muerte de dos menores en Texas y 14 personas en México, el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, firmó una ley que facilita a los padres el proceso para evitar vacunas obligatorias.
“¿Cuántas muertes o enfermedades graves se necesitarán para que la gente diga: ‘No, sí queremos vacunas’?”, se preguntó Takagishi. “No sabemos cuál será ese punto de quiebre”.
“No tengo la respuesta”, dijo Walter Orenstein, profesor emérito de la Universidad de Emory, quien trabajó en temas de sarampión durante sus 26 años en los CDC y dirigió el programa de inmunización de la agencia entre 1988 y 2004. “En el pasado, los brotes de sarampión generaban la voluntad política para apoyar los programas de vacunación. Esta vez no ha sido así. Es muy triste”.
Los niños en Florida ya están entre los menos vacunados del país, debido a una aplicación laxa de los requisitos, al rechazo de las vacunas tras la pandemia y a la postura libertaria de las autoridades estatales.
En todo el estado, solo alrededor del 89% de los niños de jardín de infantes están completamente vacunados, y el condado de Sarasota tiene la tasa más baja, con alrededor del 80%. Para evitar la propagación del sarampión, una comunidad debe tener al menos el 95% de inmunización.
Con el secretario de Salud y Servicios Humanos Robert F. Kennedy Jr. recortando fondos para la investigación de vacunas, incorporando activistas antivacunas a la agencia y generando desconfianza sobre la seguridad y utilidad de las vacunas, poco se interpone en las decisiones que podrían hacer que las tasas de vacunación en Florida bajen aún más.
El Departamento de Salud liderado por Ladapo ya está eliminando los requisitos de vacunas contra la hepatitis B, la varicela y las bacterias que causan meningitis y neumonía.
A comienzos del próximo año, se espera que la Legislatura de Florida analice la revocación de una ley de 1977 que exige que los niños en escuelas y guarderías estén vacunados contra otras siete enfermedades infantiles potencialmente mortales: tos ferina, sarampión, poliomielitis, rubéola, paperas, difteria y tétanos.
Después del sarampión, ¿qué enfermedad volverá?
Ante estos ataques, la comunidad científica intenta prever qué enfermedades podrían reaparecer primero y cuándo.
Un estudio publicado en abril por el epidemiólogo Mathew Kiang, de la Universidad de Stanford, estimó que, incluso con los niveles actuales de vacunación, el sarampión —declarado eliminado en Estados Unidos en el año 2000— podría volver a convertirse en una enfermedad habitual. Si la cobertura contra el sarampión cae un 10% más, podrían registrarse alrededor de 450.000 casos anuales, con cientos de muertes y lesiones cerebrales.
Pero ese estudio podría exagerar la amenaza, señaló Shaun Truelove, experto en modelado de enfermedades epidémicas en la Universidad Johns Hopkins, quien expresó preocupación por perder la confianza pública con predicciones alarmistas.
Aun así, advirtió que los brotes de sarampión seguramente se intensificarán. El país ya enfrenta su peor año en tres décadas, con más de 1.500 casos y brotes activos en Carolina del Sur y Minnesota.
“No hace falta modelar el sarampión si se dejan de aplicar las vacunas”, dijo Truelove. “En los lugares donde haya brotes, cada niño no vacunado se va a contagiar”.
El sarampión es “el canario en la mina” de otras enfermedades prevenibles, afirmó Sal Anzalone, pediatra de Healthcare Network en Naples, Florida. “Cuando empieza a aparecer el sarampión, hay otras enfermedades que están por venir”.
Ladapo ha dicho que quienes quieran vacunarse podrán seguir haciéndolo, incluso sin mandatos.
Pero el mensaje del estado confunde a las familias, especialmente a las de bajos recursos o desatendidas, según Anzalone. Para muchas de ellas es difícil llevar a sus hijos a citas médicas si no es obligatorio, explicó. En su consulta, el 80% de los pacientes tiene cobertura de Medicaid. Si las políticas trasladan más costos a los padres, menos niños serán vacunados, agregó.
Y si bajan las tasas de vacunación y aumentan las infecciones, los niños no serán los únicos afectados. Personas con cáncer y adultos mayores —muy numerosos en Florida— también estarían en riesgo.
Las escuelas y empresas podrían enfrentar interrupciones. La industria turística, que atrajo a 143 millones de visitantes el año pasado, también podría verse afectada. (La Cámara de Comercio de Florida no respondió a solicitudes de comentarios).
“Las enfermedades infecciosas no se detienen en quienes dicen estar dispuestos a asumir el riesgo”, dijo Meagan Fitzpatrick, experta en vacunas de la Universidad de Maryland. Por su capacidad de propagación, explicó: “en el caso de una enfermedad contagiosa, la vacunación nunca es solo una decisión individual”.
Los profesionales de salud temen que el fin de los mandatos permita el regreso de la hepatitis B, una enfermedad hepática crónica, ya que se estima que 2 millones de personas en el país portan el virus.
También podrían volver los días en que los bebés con fiebre alta debían someterse a punciones lumbares dolorosas y análisis de sangre para descartar meningitis o infecciones bacterianas que las vacunas han evitado desde la década de los 90.
Barbara Loe Fisher, co fundadora del movimiento moderno contra los mandatos de vacunación a inicios de los años 80, después de que su hijo sufriera una reacción adversa a una vacuna contra la tos ferina (que desde entonces fue reemplazada por una más segura), duda que los floridanos dejen de vacunarse en masa, pese al fin de los requisitos.
Fisher, presidenta del National Vaccine Information Center, se mudó de Virginia al suroeste de Florida en 2020. Cree que las lesiones por vacunas están subregistradas y que se vacuna a niños sin consentimiento informado. Admitió que los mandatos aumentan la cobertura, pero opinó que su eliminación fortalecerá la confianza en la salud pública y en la medicina.
“Es hora de que productos biológicos como las vacunas estén sujetos a la ley de oferta y demanda”, dijo, “igual que cualquier otro producto del mercado”.
Por su parte, Sinnott anticipa el regreso del sarampión, acompañado de brotes más intensos de tos ferina, gripe y covid.
“Ellos creen que no pasará nada. Tal vez tengan razón”, dijo Sinnott, el profesor jubilado. “Es un experimento”.
La poliomielitis también podría volver. Y para Sinnott, de 77 años, eso no es una teoría.
Tenía 7 años cuando contrajo la enfermedad y pasó seis meses en silla de ruedas. En los últimos años ha sufrido el síndrome pospoliomielítico: dificultad para tragar, rigidez y dolor en las extremidades.
La primera vacuna contra la polio se autorizó en 1955, el año en que se enfermó. “Recuerdo una vez que mi madre me dijo: ‘La fila era demasiado larga’”, contó.
Sinnott perdona a sus padres, y también a los padres actuales que dudan sobre vacunar a sus hijos. Es menos tolerante con ciertos líderes de salud pública. “Ellos sí deberían saberlo”, dijo.