Cada vez más estados utilizan fondos de Medicaid para abordar el problema de las armas, financiando programas comunitarios que tienen como meta prevenir masacres.
Con estos recursos se están creando más programas de prevención de la violencia, que se han visto abrumados en algunas ciudades por un aumento en la criminalidad violenta desde el inicio de la pandemia de covid-19.
Según defensores, una inyección de financiamiento federal confiable podría permitir que estas organizaciones sin fines de lucro amplíen su alcance para llegar a más residentes con mayor riesgo de ser víctimas de disparos, o de disparar a alguien.
Hasta ahora, California, Colorado, Connecticut, Illinois, Maryland, Nueva York y Oregon han aprobado leyes que permiten el uso de fondos de Medicaid para la prevención de la violencia armada, según Kyle Fischer, director de políticas y defensa de The Health Alliance for Violence Intervention, que ha abogado por cambios en las políticas de Medicaid a nivel federal y estatal que permitan este gasto.
Se espera que más estados sigan este ejemplo.
“Se trata de acciones concretas que podemos tomar y que evitan los debates en torno a la Segunda Enmienda”, dijo Fischer.
Con la legislación de control de armas estancada en el Congreso, la administración Biden ha abierto los fondos federales de Medicaid a la prevención de la violencia con armas de fuego para ayudar a estados y ciudades a combatirla. El presidente Joe Biden anunció este enfoque novedoso en abril de 2021, y ahora el dinero está comenzando a llegar a los estados interesados.
Pero el proceso para desbloquear el financiamiento ha sido largo y no está claro cuánto dinero se gastará finalmente en estos programas. Debido a que Medicaid, que proporciona atención médica a residentes de bajos ingresos y discapacitados, es un programa estatal-federal, los estados también deben aprobar el gasto en prevención de la violencia.
En Illinois, que hace dos años se convirtió en uno de los primeros estados en autorizar fondos de Medicaid para prevenir la violencia, Chicago CRED espera obtener la aprobación para su programa esta primavera. Arne Duncan, ex secretario nacional de Educación de la administración Obama y director ejecutivo de este grupo, dijo que vale la pena esperar por este dinero, y que aspira a que la experiencia de su estado acelere el proceso para otros.
“Estamos tratando de construir una infraestructura de salud pública para combatir la violencia con armas de fuego”, dijo Duncan. “Que Medicaid comience a participar en este espacio y cree esas oportunidades podría ser un cambio esencial”.
En 2020, muchas ciudades se enfrentaron a un aumento en los tiroteos y homicidios después que, en respuesta a la pandemia, se cerraran escuelas, negocios y servicios sociales críticos.
Ese mismo año, la policía asesinó al afroamericano George Floyd en Minneapolis, lo que desencadenó protestas a nivel nacional y llamados a reducir el financiamiento policial. Los estadounidenses, que ya están armados hasta los dientes, reaccionaron comprando más armas.
Si bien ya no hay estado de pandemia, y las tasas de homicidios han disminuido a nivel nacional, en algunas ciudades no han bajado. La cantidad de compras de armas es históricamente alta en Estados Unidos, que se estima tiene más armas que personas.
Programas que funcionaron hace unos años en lugares como Oakland, California, que habían recibido elogios por reducir la violencia armada, no dan abasto. Memphis en noviembre superó su récord de homicidios en un año.
“Tenemos una prevalencia excepcionalmente alta de posesión de armas de fuego en Estados Unidos”, dijo Garen Wintemute, profesor de medicina de emergencia y presidente de prevención de la violencia en la Universidad de California-Davis. “Tenemos más armas en manos civiles que civiles, con alrededor de 400 millones de armas en el país”.
“Las armas son herramientas, y si pones una herramienta en manos de alguien, la van a usar”, agregó.
La violencia con armas de fuego también tiene un costo elevado. Estudios de la Oficina de Responsabilidad del Gobierno y la Facultad de Medicina de Harvard han demostrado que el costo de cuidar a los sobrevivientes de disparos va desde $1,000 millones en tratamientos iniciales hasta $2,500 millones en los 12 meses posteriores.
Y no solo las víctimas necesitan ayuda médica.
“Hay mucho dolor. Padres que pierden a sus hijos, abuelos que pierden a sus nietos. Eso afecta enormemente la salud de las personas”, dijo Noha Aboelata, directora ejecutiva fundadora de Roots Community Health Center, en Oakland. “Vecindarios enteros sufren estrés y trauma continuos”.
A pesar del proceso largo y a menudo burocrático, los dólares de Medicaid son increíblemente atractivos para las organizaciones comunitarias que históricamente han dependido de donaciones filantrópicas y subvenciones, que pueden variar de un año a otro.
“Medicaid es confiable”, dijo Fischer. “Si estás haciendo el trabajo, estás calificado y cuidas a los pacientes, puedes obtener un reembolso por el trabajo que haces”.
Esta historia fue producida por KFF Health News, que publica California Healthline, un servicio editorialmente independiente de la California Health Care Foundation.