En el condado de Los Angeles, la pregunta no es si ocurrirá un desastre mayor, sino cuándo ocurrirá. Expertos esperan un terremoto de magnitud 7.0 o más en los próximos 30 años. El área es propensa a incendios forestales, inundaciones, y otros desastres naturales. Brotes de enfermedades infecciosas y ataques terroristas también están en la lista.
Aunque están conscientes de los riesgos, menos de la mitad de la población está preparada para este tipo de emergencias.
Encuestas muestran que las comunidades hispanas son las menos preparadas de todas.
Sólo el 38% de los hogares latinos reportaron tener un plan en caso de desastre, el más bajo de cualquier grupo racial o étnico, de acuerdo con el Community Health Assessment 2014 del Departamento de Salud Pública (Department of Public Health) del condado de Los Angeles. En un condado de 10 millones de personas, en el que el 48% son latinas, millones podrían estar en peligro.
“Tenemos agua”, dijo Benito Salgado, cuando se le preguntó si su familia estaba preparada. Pero eso es todo. Salgado emigró de México 11 años atrás. Su esposa y sus hijos, de 6 y 8 años, no tienen un kit de primeros auxilios, ni tampoco lo tienen cerca de dos tercios de sus vecinos de los vecindarios del este de Los Angeles.
El sur y el este de Los Angeles tienen el más alto porcentaje de residentes latinos, 68% y 73,5% respectivamente. Estos dos distritos son el hogar de cerca de 2,3 millones de personas, muchos de ellos inmigrantes. También tienen altas tasas de pobreza. Las regiones centrales tienen poblaciones más diversas y mezcladas. Las áreas costeras tienen mayormente residentes blancos no-hispanos, quienes son más prósperos.
Las dos áreas más fuertemente latinas son particularmente vulnerables a los desastres. Tienen pocos servicios disponibles de manera regular, como cuidado de salud o tiendas de comidas. La geografía es otra razón: la falla de Newport Inglewood corre directamente debajo de ellos. Pero factores sociales pueden ser aún más importantes, de acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).
Los CDC observan varios factores para determinar cuán bien un área podría soportar un desastre. Se halló que les iba peor a las comunidades con residentes de menor estatus socioeconómico, y a las minorías raciales y étnicas con limitado dominio del inglés.
Quién vive en el hogar también importa. Las familias con niños o adultos mayores, personas enfermas o discapacitadas, o las encabezadas por un solo padre tienen luchas más grandes. El tipo de vivienda (tales como edificios altos o construcciones más viejas), y el transporte, también pesan sobre el riesgo, dijeron los CDC.
Los angelinos en el sur y este de Los Angeles tienden a tener tasas más altas de enfermedades crónicas, menos educación e ingresos más bajos. Los hogares latinos a menudo son más grandes e incluyen parientes de todas las edades. Es fácil ver por qué el sur y este de LA están en mayor riesgo.
Tener una comunidad muy unida hace una diferencia. Las personas que comparten un sentido de pertenencia a su barrio tienen más probabilidades de sobrevivir. Y sus comunidades tienden a una recuperación más rápida después que golpea la tragedia.
Las agencias gubernamentales y las organizaciones de ayuda, como Red Cross, están trabajando para mejorar la preparación entre los angelinos, especialmente aquéllos en mayor riesgo. Ellos tienen programas para ayudar a construir conexiones con la comunidad y aumentar los recursos en los vecindarios latinos.
Por ejemplo, el Emergency Medical Services del condado de Los Angeles tiene un plan para desastres en todo el condado que incluye sistemas de comunicación en varios idiomas. También tienen insumos de emergencia almacenados en sitios seguros a lo largo del condado.
El capítulo de Los Angeles de la American Red Cross tiene un plan para desastres llamado
Prepare SoCAL, que apunta a las comunidades vulnerables. “Para estar preparado, se necesitan cuatro cosas: un plan de emergencia, un kit, saber dónde conseguir información y estar involucrado en la comunidad”, dijo María Melo Bueno, gerenta de comunicaciones regional.
Prepare SoCAL trabaja con grupos de fe, escuelas, organizaciones sin fines de lucro y negocios que ya están en el vecindario. “Trabajar con grupos locales es importante porque hemos aprendido que después de una catástrofe, las personas primero buscan a alguien a quien conocen y en quien confían”, dijo Melo Bueno.
Red Cross también se comunica con los latinos a través de medios de comunicación en español, incluyendo Telemundo y Univision. Probablemente la radio sería la principal fuente de comunicación, ya que el 97% de los latinos escuchan radio cada semana.
Las escuelas son importantes para ayudar a los niños a estar preparados. “El mes pasado, completamos un Disney Pillowcase Project en una escuela católica del este de Los Angeles”, dijo Melo Bueno. Los estudiantes recibieron lecciones sobre seguridad y fundas de almohadas para llenarlas con lo esencial, como agua, comida y una linterna.
Los hijos de Salgado aprendieron qué hacer en caso de un terremoto en la escuela. “Nos dijeron que debemos cubrirnos las cabezas”, dijo Benito, de 8 años, “… y tenemos Band-Aids”. Salgado está contento de que la escuela enseñara a sus hijos sobre terremotos; él quiere que estén seguros en caso que no esté allí.
Esta historia fue producida por Kaiser Health News, que publica California Healthline, un servicio de la California Health Care Foundation.