LOS ÁNGELES – En 2019, los propietarios de negocios locales comenzaron a reunirse regularmente en el salón de pipas de agua (narguiles) de Arnie Abramyan, en las afueras de Los Ángeles, para luchar contra una propuesta estatal para prohibir la venta de tabaco aromatizado.
Desde el barrio de Tujunga, con una fuerte presencia de armenios, a los pies de las montañas de San Gabriel, Abramyan y otros propietarios de tiendas y cafés de narguiles comenzaron a correr la voz de que la prohibición, impulsada por una creciente epidemia de uso de cigarrillos electrónicos entre los adolescentes, podría dejarlos fuera del negocio y hacer desaparecer un preciado ritual social que muchos sienten como parte de su herencia.
“Íbamos a ser un daño colateral”, dijo Abramyan, ahora presidente de la National Hookah Community Association.
A medida que su movimiento crecía, los propietarios de los negocios contrataron a un cabildero y viajaron a Sacramento para reunirse con legisladores. Publicaron videos en YouTube sobre “la historia y la tradición centenaria” de fumar estas pipas de agua tan populares en Medio Oriente.
Su trabajo dio frutos: en agosto de 2020 los legisladores estatales aprobaron la prohibición de la venta de tabaco aromatizado, incluidos los cigarrillos mentolados, pero eximieron a los puros premium, el tabaco de pipa suelto y el “producto de tabaco de shisha aromatizado” utilizado en las pipas de agua.
Nunca entró en vigencia. Las grandes tabacaleras lanzaron rápidamente una campaña de referéndum y reunieron suficientes firmas para llevar el tema a las urnas. Este mes, los californianos decidirán, a través de la Propuesta 31, si mantienen o bloquean la ley, que haría ilegal la venta de cigarrillos, cigarrillos electrónicos y otros productos de tabaco aromatizados en comercios. También se prohibiría la venta de chicles o gomas de mascar que contengan nicotina y no estén aprobados por la FDA.
Si la ley se mantiene —los últimos sondeos indican que la mayoría de los votantes la apoyan—, California se convertiría en el segundo estado en eliminar de las tiendas los vaporizadores de sabores y los cigarrillos mentolados, que han contribuido a atrapar a millones de fumadores negros y latinos desde que las compañías tabacaleras empezaron a comercializarlos en los barrios urbanos hace medio siglo.
La cuestión de por qué California ha concedido una excepción a los fumadores de narguiles mientras prohíbe los cigarrillos mentolados, la elección del 85% de los fumadores afroamericanos, ha generado un debate sobre qué productos del tabaco —si es que hay alguno— merecen protección.
Hasta hace poco, los esfuerzos por prohibir los mentolados habían fracasado ante las agresivas tácticas de las tabacaleras, que han evitado pérdidas multimillonarias equiparando dichas prohibiciones con el racismo y la guerra contra las drogas.
Los grupos antitabaco advierten que esta estrategia se ha convertido en un modelo para evitar la interferencia del gobierno. Denuncian que la exención del narguile es el último ejemplo de cómo las empresas utilizan con éxito las políticas de identidad para seguir beneficiándose de un producto mortal.
“El narguile ha recibido un pase sin ninguna razón científica”, dijo Carol McGruder, cofundadora del African American Tobacco Control Leadership Council. McGruder, que lleva años librando una guerra contra las empresas tabacaleras por apuntar “de manera depredadora” a las comunidades negras con los cigarrillos mentolados, dijo que fumar narguile se ha puesto cada vez más de moda entre los jóvenes negros.
Muchos jóvenes creen erróneamente que fumar narguile es menos perjudicial que otras formas de fumar, pero los expertos afirman que el tabaco que se absorve a través de las pipas de agua es tan adictivo como el de los cigarrillos y contiene alquitrán, nicotina y metales pesados similares que provocan cáncer.
“Sacan una hermosa pipa de agua antigua y dicen que la pipa de agua tiene que ver con la familia y la comunidad”, dijo McGruder. “Pero todo es cuestión de dinero”.
Las propias grandes tabacaleras están atacando la exención del narguile, al decir que demuestra que la ley discrimina a los fumadores negros y latinos al prohibir los sabores mentolados, mientras que da “un trato especial a los ricos”, como argumenta una campaña publicitaria pagada por la industria.
“La Propuesta 31 aumentará la delincuencia y ampliará los mercados ilegales, recortará los ingresos para servicios básicos y podría volverse en contra de las mismas comunidades que sus los que la proponen dicen querer ayudar”, dijo Beth Miller, vocera de la campaña “No a la Propuesta 31”.
Más de 360 municipios, agrupados principalmente en California y Massachusetts, han restringido la venta de productos de tabaco aromatizados, incluidas las cápsulas de cigarrillos electrónicos de sabores que atraen a los niños —fresa, chocolatada y ponche rosa— que, según las autoridades sanitarias, han servido de puerta de entrada al consumo de tabaco entre los adolescentes.
Aproximadamente la mitad de las ordenanzas restringen el mentol, mientras que menos de 20, casi todas ellas en California, exime el tabaco para narguile y los bares de narguiles.
En 2021, el 80% de los estudiantes de secundaria y casi el 75% de los estudiantes de secundaria que habían usado un producto de tabaco en los 30 días anteriores informaron que usaban tabaco con sabor, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). En 2019 y 2020, un brote de una dolencia pulmonar relacionada con el vaping, conocido como EVALI, mató a 68 personas.
La epidemia de vaping ha dado a los activistas antitabaco una oportunidad para ejercer presión contra los cigarrillos mentolados. Inventados en la década de 1920, su sabor fresco y a menta ayudó a los nuevos fumadores a adoptarlos más fácilmente que los cigarrillos sin sabor, y la industria los comercializó como una opción más saludable.
En los años 60, las tabacaleras apuntaron a la comunidad negra, repartiendo muestras gratuitas a jóvenes “comunicadores” de moda en barberías y bares. Los cigarrillos mentolados representan más de un tercio de los $80,000 millones del mercado estadounidense de cigarrillos.
Reynolds American, el mayor fabricante de cigarrillos con mentol del país, incluido Newport, batalla contra la prohibición de los mentolados dando dinero a la Red de Acción Nacional del reverendo Al Sharpton y a otros grupos de derechos civiles.
Cuando el Concejo de la Ciudad de Nueva York propuso una prohibición de los cigarrillos mentolados en 2019, Sharpton citó el caso de Eric Garner, un hombre negro que murió bajo custodia policial en 2014 después de que lo detuvieran por vender supuestamente cigarrillos sueltos y sin impuestos en la calle.
Pero el éxito de estos esfuerzos ha tenido un precio devastador, dicen expertos en salud pública. Los hombres afroamericanos tienen la mayor tasa de nuevos casos de cáncer de pulmón en Estados Unidos, según los CDC.
A principios de este año, la FDA anunció un plan para prohibir la venta de cigarrillos con sabor a mentol, una medida largamente esperada por las autoridades sanitarias y algunos líderes negros, incluso mientras se preparaban para una prolongada batalla legal con la industria del tabaco que podría retrasar la prohibición durante varios años.
Los activistas antitabaco se han centrado en el mentol durante años, dijo Valerie Yerger, profesora asociada de política sanitaria en la Universidad de California-San Francisco. “Nadie se centró en el narguile”, agregó.
Pero el uso de la pipa de agua entre los jóvenes ha aumentado en las últimas décadas.
En las contiendas de narguile que se celebran en Estados Unidos y Europa, los concursantes compiten por construir la pipa de agua más elaborada, a menudo con una banda sonora de hip-hop. Las pipas de agua elaboradas, con sus onduladas bocanadas de humo, suelen aparecer de forma destacada en los videos de rap.
“Es otra forma que ha encontrado la industria para mantener a nuestros jóvenes adictos a estos productos”, afirma Yerger.
Los proveedores de narguile argumentan que las prohibiciones generales ponen en peligro a los propietarios de pequeños negocios, muchos de ellos inmigrantes, y amenazan con borrar un “rico patrimonio cultural” al prohibir de hecho las pipas de narguile, que suelen formar parte de las reuniones y celebraciones de árabes, armenios, persas y otros originarios de Medio Oriente. Rechazan la afirmación de que su lucha es solo por dinero.
“Los salones de narguile son un distintivo de la comunidad”, afirma Rima Khoury, consejera general de Fumari, una empresa de tabaco para narguile con sede en San Diego.
Para Abramyan, fumar un narguile era un ritual adulto después de la cena que sus padres, de origen iraní, trajeron consigo cuando emigraron a Estados Unidos en la década de 1980. Las ornamentadas pipas de agua suelen tener varios metros de altura y tardan al menos 20 minutos en prepararse.
“Esto no es algo que los niños fumen en los baños de la escuela”, dijo. “No queremos que nuestros hijos fumen, pero ¿por qué no va a poder mi abuelo fumar su narguile en su patio?”.
Los grupos de estudio de la Biblia y la sección local del Rotary Club se reúnen regularmente en su salón de narguile de Tujunga, Garden on Foothill, que cuenta con quioscos al aire libre para familias y grupos. “Para los musulmanes que no beben alcohol o los que no quieren ir a clubes de striptease, este es un espacio seguro”, afirma.
Munchies Mart, la tienda que maneja a pocas cuadras vende pipas de narguile hechas a mano y tabaco de sabores como limonada de fresa, naranja pop y agua fresca, muy lejos del tabaco empapado de manzana que, recuerda, su abuela persa mezclaba en su cocina.
Utilizar las prácticas culturales para argumentar las exenciones de las políticas públicas no es nada nuevo, dijo Arnab Mukherjea, profesor asociado de salud pública en la Universidad Estatal de California-East Bay.
Pero dijo que las comunidades suelen sufrir cuando los intereses corporativos “utilizan la identidad cultural para comercializar un producto de consumo masivo”.
“Vas a cualquier ciudad universitaria”, dijo, “y los bares de narguile están llenos no de musulmanes practicantes, sino de chicos en edad universitaria que van allí a socializar, consumiendo sabores en goma de mascar y algodón de azúcar”.
Esta historia fue producida por KHN, que publica California Healthline, un servicio editorialmente independiente de la California Health Care Foundation.