Los índices de agresiones con armas de fuego, que afectaron a víctimas menores de edad, se duplicaron durante la pandemia de covid-19, según un estudio que analizó las muertes y las heridas causadas por estas armas en cuatro grandes ciudades. Los niños afroamericanos fueron las víctimas más frecuentes.
Un análisis más amplio de la Universidad de Boston incluyó una revisión de los ataques con armas de fuego entre mediados de marzo de 2020 y diciembre de 2021 en Chicago, Philadelphia, Los Angeles y Nueva York. Se descubrió que los niños negros no hispanos tenían 100 veces más probabilidades que los blancos no hispanos de ser víctimas de tiroteos mortales y no mortales. Antes de la pandemia, tenían 27 veces más probabilidades. Los investigadores excluyeron los tiroteos accidentales y los incidentes de autolesión.
El autor del estudio, Jonathan Jay, especialista en salud urbana, dijo que el equipo analizó las tasas para comprender si algunos niños corrían más riesgo que otros.
“Sabíamos que los niños de color, incluso antes de la pandemia, tenían más probabilidades de recibir disparos que los menores blancos no hispanos, y también sabíamos que la victimización infantil por armas de fuego pareció aumentar durante la pandemia”, señaló Jay. “Pero nadie había estudiado cómo podían estar cambiando las disparidades raciales en la victimización infantil”.
Los investigadores todavía analizan los factores específicos de la pandemia que pueden haber impulsado el cambio. Algunas de las posibles causas incluyen “el estrés asociado a la pérdida de puestos de trabajo, el cierre de escuelas, y la pérdida de acceso a cierto tipo de servicios que cerraron”, añadió.
“También la evidente violencia policial, especialmente contra las personas de color. Y la pérdida de seres queridos y familiares a causa de covid-19”, indicó.
Makhi Hemphill dijo que, como adolescente negro en Philadelphia, le preocupa la amenaza de los disparos. El joven de 16 años creció en el norte de la ciudad, una zona en la que este año se han producido unas dos docenas de homicidios por arma de fuego y muchos más heridos.
Aseguró que presta mucha atención a lo que le rodea cuando sale a la calle.
“Me obsesiona la idea de protegerme, al ver cómo está el mundo actualmente”, explicó. “No quiero que me pase nada malo, y mi madre tampoco quiere que me pase nada malo”.
La tasa de víctimas infantiles por armas de fuego en Philadelphia pasó de unos 30 por cada 100,000 niños a unos 62 por cada 100,000 durante la pandemia.
Según Makhi, la pandemia hizo que algunos adolescentes se enojaran porque pasaban demasiado tiempo en las redes sociales y, para algunos, la frustración y el aislamiento condujeron a un comportamiento violento.
“Muchos están en casa y tal vez su casa no es su lugar seguro”, dijo. “No tenían vías de escape porque no podían salir. Así que tal vez sufrieron una crisis o algo así”.
En 2020, las armas de fuego se convirtieron en la principal causa de muerte de los niños estadounidenses, superando a los accidentes de tráfico por primera vez en décadas, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).
Los Institutos Nacionales de Salud (NIH) estiman que 16,6 millones de adultos estadounidenses compraron un arma en 2020, frente a 13,8 millones en 2019, según un análisis de los NIH de la Encuesta Nacional de Armas de Fuego.
“Covid nos ha traído un aumento en la compra de armas y más armas en el hogar”, señaló Joel Fein, médico y codirector del Centro de Prevención de la Violencia en el Hospital Infantil de Philadelphia. “Así que [los niños] vivieron en hogares donde ahora había más armas, y probablemente también más armas en las calles”.
A fines de marzo, los CDC publicaron datos que muestran un aumento del 36% en visitas semanales a emergencias por lesiones con armas de fuego en 2021, en comparación con 2019. El mayor aumento se registró entre niños de 14 años o menores.
Chethan Sathya, cirujano traumatólogo y director del Centro de Prevención de la Violencia por Armas de Fuego de Northwell Health, señaló que su hospital infantil ha visto un aumento del 350% en pacientes con heridas de bala en el último año.
Dijo que los datos que han aparecido sobre muertes infantiles por arma de fuego deberían provocar una respuesta clara de los responsables políticos.
“Los grupos de intervención contra la violencia hacen un magnífico trabajo”, afirmó. “Estos estudios ponen de manifiesto que son más necesarios que nunca. La violencia de las armas afecta y ha afectado desproporcionadamente a los niños afroamericanos, y es horrible. Así que, ¿cómo podemos dar un paso adelante como comunidad para abordar las raíces del problema?”.
Según Sathya, en el hospital donde trabaja en Queens, Nueva York, la prevención empieza por hablar con los pacientes sobre el acceso a las armas de fuego y los factores de riesgo, y por ofrecer servicios informados sobre el trauma a quienes sufren heridas graves.
Kaliek Hayes, fundador de una organización sin fines de lucro en Philadelphia llamada Childhoods Lost Foundation (Fundación para las Infancias Perdidas), afirmó que él y otros líderes comunitarios de vecindarios donde persiste la violencia con armas, intentan comunicarse con los niños a tiempo para que no se vean arrastrados por esta crisis.
Eso significa ponerlos en contacto con una red de programas extraescolares de tutoría, oportunidades deportivas y artísticas, y ofertas de preparación profesional.
“Si conseguimos enfrentar el problema antes de que suceda, mejoraremos las cifras que vemos hoy”, afirmó Hayes.
Esta historia es parte de una alianza entre WHYY, NPR y KFF Health News.