La última mañana de sus vidas, Charlie y Francie Emerick se tomaron de la mano.
El matrimonio de Portland, Oregon, casados por 66 años y ambos enfermos terminales, murieron juntos en su cama el 20 de abril de 2017, después de tomar dosis letales de medicamentos obtenidos bajo la ley estatal de Muerte Digna.
Francie, de 88 años, fue la primera, murió 15 minutos después de tomar la píldora, una prueba del estado de su débil corazón. Charlie, de 87, un respetado médico de oídos, nariz y garganta, falleció una hora más tarde, poniendo fin a una larga lucha contra el cáncer de próstata y la enfermedad de Parkinson, diagnosticada en 2012.
“No tenían remordimientos, ni asuntos pendientes”, dijo Sher Safran, de 62 años, una de las tres hijas de la pareja. “Sentí que era su hora, y significó mucho saber que estuvieron juntos”.
En las dos décadas desde que Oregon se convirtió en el primer estado en legalizar la asistencia médica para morir con dignidad, más de 1.300 personas han decidido morir en sus propios términos, tomando píldoras letales recetadas. Los Emerick fueron dos de las 143 personas que lo hicieron en 2017, y al parecer, hasta ahora, la única pareja en decidir morir juntos, al mismo tiempo, dijeron autoridades.
La pareja, miembro de la Hemlock Society en los 80, apoyó el derecho a elegir morir durante años y, cuando sus enfermedades empeoraron, agradecieron poder decidir por sí mismos, dijeron miembros de la familia.
“Siempre había sido su intención”, dijo su hija Jerilyn Marler, de 66 años, quien fue la principal encargada de cuidar a la pareja en los últimos años.
Los Emerick permitieron que Safran y su esposo, Rob Safran, de 62 años, fundadores de Share Wisdom TV Network, de Kirkland, Washington, registraran sus últimos días y horas. Al principio, el video fue pensado solo para la familia, pero Safran les pidió permiso a sus padres para compartirlo públicamente.
“Creo que puede ayudar a cambiar la forma en que las personas piensan sobre la muerte”, dijo.
El resultado es “Living & Dying: A Love Story”, un documental de 45 minutos que detalla el trasfondo de la decisión final de los Emerick y su determinación para llevarlo a cabo.
Grabado en su mayoría con celulares, el video captura los momentos íntimos de los preparativos de la pareja en su última semana de vida.
Charlie Emerick fue misionero médico en India y jefe de ENT en un hospital de Kaiser Permanente en el área de Portland. (Kaiser Health News no está afiliado a Kaiser Permanente). Fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson en 2012, después de lidiar con los síntomas de la enfermedad durante años. Sufría de cáncer de próstata y problemas cardíacos y supo, a principios de 2017, que le quedaban seis meses o menos de vida. En el documental, describió sus pensamientos mientras reflexionaba sobre ejercer el derecho a una muerte digna.
“Voy a seguir empeorando, lo otro no puede ser peor que ésto”, le explicó a su hija Sher, con voz temblorosa.
Francie Emerick, quien manejó el marketing y las relaciones públicas para el hospital que dirigió su esposo en India, aparece vital en el video. Sin embargo, sus hijas dicen que su energía fue fugaz y que enmascaró años de deterioro después de múltiples ataques cardíacos y cáncer.
En el video, Francie reconoció que podría haber sobrevivido un poco más que su esposo. Pero dijo que no quería.
“Charlie y yo tenemos una relación única, y hemos significado mucho el uno para el otro durante 70 años”, dijo.
La pareja siguió cuidadosamente los detalles de la ley, que requiere exámenes de dos médicos diferentes para determinar un pronóstico de seis meses de vida o menos, múltiples confirmaciones de intención y la capacidad de los pacientes para tomar los medicamentos letales por sí mismos. El proceso toma un mínimo de 15 días.
“Queremos que sea legal”, dijo Francie.
El video traza el arco de vida de la pareja. Los Emerick se conocieron cuando eran estudiantes universitarios en Nebraska, se casaron el 4 de abril de 1951 y pasaron años en los 60 como misioneros médicos en Miraj, India. La carrera del doctor Emerick los llevó al sur de California y luego al estado de Washington, a la India y finalmente a Oregon, mientras criaban a tres niñas. En 2004, se mudaron a un apartamento en una comunidad de retirados de Portland.
Allí es donde los Emerick murieron un jueves nublado la primavera pasada, seis días después de una celebración familiar que incluyó a sus hijos y nietos, y, a pedido de Francie, helado de vainilla con cerveza. La reunión fue feliz, dulce, pero a la vez amarga, dijeron miembros de la familia.
“Hubo momentos en que expresaron una gran tristeza por la despedida que se avecinaba”, recordó Marler.
Los Emerick buscaron la ayuda de Linda Jensen, una líder veterana del equipo de End of Life Choices Oregon, una agencia sin fines de lucro que apoya a las personas que buscan utilizar la ley estatal de muerte digna.
“Estaban bastante bien informados”, dijo Jensen, quien ha ayudado en docenas de muertes en 13 años. “Lo que querían entender era cómo se ve realmente una muerte planificada”.
El video incluye una reunión entre Jensen y los Emerick dos días antes de su muerte. No tiene nada que ver con cómo mueren en la televisión, les dijo.
“No pierdes el control intestinal o de vejiga. No te quedas sin aliento”, explicó. Dijo que simplemente sería como si se fueran a dormir.
Los Emerick revisaron el plan: no desayunaron, solo píldoras para calmar el estómago a las 9 am, seguidas por las drogas letales una hora más tarde.
En el video, Safran y Marler parecen tranquilos y decididos mientras ayudan a finalizar los arreglos de sus padres.
“Hubo mucha aflicción antes de tiempo porque sabíamos lo que venía”, dijo Marler.
Algunos miembros de la familia no estuvieron de acuerdo con la decisión de la pareja, pero los Emerick estaban decididos.
“¿Ustedes dos nunca han dudado?”, le preguntó Safran a su madre.
“No”, respondió Francie.
El video capturó los detalles de la mañana final: Charlie saludando a la cámara mientras caminaba por el pasillo, el último abrazo de Safran a su madre, Charlie y Francie tomándose de las manos después de tomar las drogas.
“Solo se necesita una gran cantidad de fortaleza interior y autoconocimiento para enfrentar esa elección, y lograr que todas las personas que te quieren y te van a extrañar, te acompañen”, reflexionó Jensen.
No hubo funeral después de las muertes. Los Emerick habían donado sus cuerpos para investigación a través de un programa en la Oregon Health and Science University, y los restos no se devuelven hasta después de dos o tres años, dijo una vocera.
Mientras tanto, el video se ha vuelto reconfortante y valioso para la familia, dijo Safran.
“Es amoroso, solo escuchar sus voces”, dijo.
El documental también tiene un propósito más amplio: ayudar a otros a comprender cómo funciona la ayuda para morir, dijo.
Carol Knowles, de 70 años, era miembro del club de lectura de Francie Emerick. Los Emerick no les dijeron a otros residentes sobre sus planes. Knowles dijo que se sorprendió cuando murieron el mismo día, hasta que vio el documental.
“Pensé que fue valiente y hermoso”, dijo. “Se podía ver el cuidado con el que Charlie y Francie habían tomado esa decisión”.
Sin embargo, otro miembro del grupo expresó su preocupación, diciendo que su religión prohibía cualquier esfuerzo para acelerar la muerte. Knowles dijo que planea llevar el documental al trabajador social del centro de retiro antes de mostrarlo más ampliamente.
“Queremos hacerlo de una manera que no los asuste ni los haga sentir incómodos”, dijo.
Stephen Drake, analista de investigación para el grupo de derechos de discapacidad Not Dead Yet, tuvo serias reservas acerca de hacer público el video. Le preocupaba que la presentación de la muerte digna bajo una luz positiva “cambie las expectativas; esto romantiza la idea de no solo suicidio, sino un doble suicidio”, dijo Drake.
Safran dijo que espera fuertes reacciones, incluidas críticas, sobre la crónica de los últimos días de sus padres. Pero apuntó que el documental honra la creencia de los Emerick: todos deberían opinar sobre cuándo y cómo morir.
La cobertura de KHN de estos temas cuenta con el apoyo de la John A. Hartford Foundation y The SCAN Foundation.