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Observan Un Significativo Aumento De Hospitalizaciones Psiquiátricas En Latinos Jóvenes De California

Las hospitalizaciones psiquiátricas de niños y adultos jóvenes en California están creciendo dramáticamente, a un ritmo mucho más rápido que entre sus pares blancos no hispanos y afroamericanos, de acuerdo con datos estatales.

Nubia Flores Miranda, 18, at her home in Oakland, Calif., on Thursday, December 17, 2015. After participating in the mental health program at Life Academy of Health and Bioscience, Miranda decided to major in psychology at San Francisco State University. (Heidi de Marco/KHN)

Nubia Flores Miranda, de 18 años, en su hogar de Oakland, California, el 17 de diciembre del 2015. Miranda decidió especializarse en psicología en la Universidad Estatal de San Francisco. (Heidi de Marco/KHN)

Mientras las internaciones por problemas de salud mental de personas jóvenes de todas las etnias ha aumentado en años recientes, las tasas de latinos resaltan. Entre aquéllos de 21 años o menos, se dispararon un 86 por ciento, a 17.813, entre el 2007 y el 2014, de acuerdo con la Office of Statewide Health Planning and Development. Esto comparado con el 21 por ciento de aumento entre los blancos no hispanos, y el 35 por ciento entre los afroamericanos.

Nadie sabe con certeza qué es lo que está impulsando la tendencia. Los que formulan las políticas y líderes de la comunidad ofrecen explicaciones variadas y a veces contradictorias. Algunos dicen que los números reflejan una falta de servicios de salud mental lingüística y culturalmente apropiados para latinos, y el estigma arraigado que impide a muchos pedir ayuda antes que golpee una crisis.

“A menudo, esperan hasta que se están cayendo a pedazos,” dijo el doctor Sergio Aguilar-Gaxiola, profesor de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en Davis y director del Centro para Reducir las Disparidades de Salud, de la universidad.

Otros culpan al estrés por la reciente recesión, la desintegración familiar y una afluencia de niños traumatizados, huyendo de la pobreza y la violencia de Centroamérica.

Todavía algunos sugieren que la tendencia podría ser positiva, reflejando una mayor disposición de los padres latinos que buscan tratamiento para ellos y sus hijos, al menos cuando están en crisis.

Entre los adultos latinos, las internaciones rozan el 38 por ciento durante el mismo período. Las hospitalizaciones similares de afroamericanos adultos aumentaron un 21 por ciento, mientras que las de los adultos blancos no hispanos se mantuvieron similares.

Margarita Rocha, directora ejecutiva de la organización sin fines de lucro Centro la Familia, en Fresno, dijo que los temas de salud mental están empezando a discutirse de manera más pública en la comunidad latina.

“Esto está ayudando a las personas a presentarse,” dijo.

Nubia Flores Miranda, 18, works part-time at Family Paths, a counseling and mental health organization in Oakland, Calif., on Friday, January 29, 2016. Miranda said she became interested in a career in mental health after she started experiencing depression and anxiety her freshman year at Life Academy of Health and Bioscience. (Heidi de Marco/KHN)

Miranda trabaja medio tiempo en Family Paths, una organización de salud mental en Oakland, California, en enero del 2016. Dijo que se interesó en una carrera en salud mental después que experimentara depresión y ansiedad durante su primer año en la escuela secundaria. (Heidi de Marco/KHN)

Ken Berrick, CEO de Seneca Family of Agencies, que ayuda a niños con problemas emocionales en una docena de condados, está de acuerdo. Porque ahora más latinos están recibiendo servicios de salud mental, es más probable que se identifique a los niños cuando requieren de hospitalización, dijo.

“Sé como un hecho que el acceso al servicio es mejor ahora,” dijo Berrick, cuya operación tiene una unidad de estabilización de crisis en el condado de Alameda, en California.

En total, las hospitalizaciones psiquiátricas infantiles rozaron cerca del 45 por ciento entre el 2007 y el 2014, independientemente de la etnia, un patrón que los expertos atribuyen a varios factores, incluyendo la escasez de servicios ambulatorios intensivos y servicios en el hogar, las escuelas que luchan por pagar los servicios de salud mental a través de la educación especial y una baja en ingresos en hogares grupales.

“Estos niños tienen que ser tratados en alguna parte,” dijo Dawan Utecht, director de Salud Mental del condado de Fresno, acerca del movimiento para mantener a los niños fuera de los hogares grupales.

“Si no tienen estos servicios establecidos en la comunidad, irán hacia una crisis.”

El aumento entre la juventud latina es remarcable en parte porque históricamente, las tasas de internaciones para esta población han sido relativamente bajas.

Los niños latinos siguen siendo mucho menos propensos a recibir tratamiento de salud mental a través del Medi-Cal, el programa de cobertura federal y estatal para personas de bajos recursos y residentes con discapacidades. Entre el 2010 y el 2014, menos del 4 por ciento de los niños latinos recibieron servicios especializados en salud mental a través del programa tradicional del Medi-Cal. Esto comparado con el 7 por ciento de los niños blancos no hispanos y afroamericanos elegibles, de acuerdo con datos estatales. La cifra no incluye a los inscriptos en el cuidado médico administrado.

Eric Waters, coordinador para el programa de salud del comportamiento en Life Academy High School lidera una discusión con Fernanda May, de 17 años, y Graciela Pérez, de 17, en La Clínica de la Raza en Oakland, California, que provee entrenamiento en primeros auxilios y prácticas a estudiantes en organizaciones de salud mental. (Heidi de Marco/KHN)

Eric Waters, coordinador para el programa de salud del comportamiento en Life Academy High School lidera una discusión con Fernanda May, de 17 años, y Graciela Pérez, de 17, en La Clínica de la Raza en Oakland, California, que provee entrenamiento en primeros auxilios y prácticas a estudiantes en organizaciones de salud mental. (Heidi de Marco/KHN)

(Los asiático-americanos y los habitantes de las islas del Pacífico buscan tratamiento a niveles aún más bajos que los latinos. Aunque las hospitalizaciones también están aumentando rápidamente en esta población, los números brutos se mantienen relativamente bajos.)

Leslie Preston, directora de salud del comportamiento de La Clínica de La Raza, en East Oakland, dice que la escasez de trabajadores de salud mental bilingües y biculturales limita el acceso de los niños latinos al cuidado preventivo, lo que podría dar lugar a crisis más adelante.

“Todos están tratando de contratar a médicos hispano hablantes,” dice. “Simplemente no hay suficientes médicos para satisfacer esa demanda.”

El acceso al cuidado puede ser incluso más difícil para nuevos inmigrantes. Los niños hispano hablantes que han sido referidos para una evaluación de educación especial, lo que puede ayudarlos a ser elegibles para servicios de salud mental, a veces esperan meses o años antes que alguien les haga una prueba, dijo.

“Las familias no conocen el sistema,” agregó. “No conocen sus derechos.”

Otros clínicos apuntan a la relativamente baja cobertura de salud entre latinos, especialmente los que no tienen estatus legal, y a una resistencia cultural a reconocer la enfermedad mental.

El doctor Alok Banga, director médico del Sierra Vista Hospital en Sacramento, dijo que algunos padres inmigrantes con los que se encuentra no creen en la enfermedad mental y no han comprendido la urgencia de la depresión de sus hijos e intentos de suicidio previos. Muchos tienen dos o tres trabajos, dijo. Algunos son inmigrantes indocumentados con miedo de venir al hospital o tener una interacción con el Child Protective Services.

Pero el mayor problema es la escasez de psiquiatras infantiles y de servicios ambulatorios para servir a esta población.

“El curso predeterminado del tratamiento recae sobre las instituciones: hospitales, cárceles y prisiones,” dijo.

Jeff Rackmil, director del Sistema de Cuidado Infantil en el condado Alameda, dijo que el crecimiento de determinada población — particularmente, un aumento de niños latinos asegurados bajo el Medi-Cal — puede ser también parte de la explicación del incremento en las hospitalizaciones.

Sin embargo, la población latina del estado de 24 años o menos aumentó menos del 8 por ciento entre el 2007 y el 2014, lo que casi no explica ni remotamente un 86 por ciento de aumento en las hospitalizaciones.

Elizabeth Ochoa, de 17 años, y Víctor Ramírez, de 17, trabajan en una tarea durante el entrenamiento en salud del comportamiento. Los estudiantes de East Oakland caminan al centro desde la escuela. (Heidi de Marco/KHN)

Elizabeth Ochoa, de 17 años, y Víctor Ramírez, de 17, trabajan en una tarea durante el entrenamiento en salud del comportamiento. Los estudiantes de East Oakland caminan al centro desde la escuela. (Heidi de Marco/KHN)

Algunas comunidades de California están trabajando para traer más niños latinos al cuidado y para reducir el estigma asociado con la enfermedad mental.

En  Life Academy of Health and Bioscience, una pequeña, mayormente latina escuela secundaria de East Oakland, los estudiantes crecen en medio de la violencia generalizada y la pobreza. “Se nos ha dicho que mantengamos las cosas entre nosotros,” dijo Hilda Chávez, de 17 años, estudiante senior.

Los estudiantes a menudo no buscan ayuda porque tienen miedo de que, por discutir problemas de salud mental, se ganen el epíteto de “loco,” dijo Chávez.

El año pasado, la escuela, en conjunto con La Clínica de La Raza, con sede en Oakland, comenzó un programa para interesar a estudiantes en carreras de cuidado de salud mental. El programa provee entrenamiento en instrucción de “primeros auxilios” para ayudar a personas en crisis, y coloca estudiantes en prácticas con organizaciones de salud mental.

Nubia Flores Miranda, de 18 años, participó en el programa el año pasado y ahora está realizando la especialización en psicología en la Universidad Estatal de San Francisco. Miranda dijo que se interesó en una carrera en salud mental después que experimentara depresión y ansiedad durante su primer año en Life Academy.

Ver a un consejero escolar “cambió mi vida,” dijo.

Pero ella vio que sus compañeros eran renuentes a buscar ayuda de consejeros en la escuela, la mayoría de los cuales eran blancos no hispanos y vivían en vecindarios más seguros, más ricos. Una vez, cuando un compañero comenzó a actuar raro en la escuela, Miranda le sugirió que hablara con alguien.

“Me dijo que ella sentía que no podía confiar en una persona, que ellos no entenderían de dónde venía,” dijo.

Graciela Pérez, de 17 años, y Nayely Espinoza, de 17, sostienen su asignación grupal durante una presentación en clase. Los estudiantes se preparan para sus prácticas de salud mental (Heidi de Marco/KHN)

Graciela Pérez, de 17 años, y Nayely Espinoza, de 17, sostienen su asignación grupal durante una presentación en clase. Los estudiantes se preparan para sus prácticas de salud mental (Heidi de Marco/KHN)

La escasez de servicios es especialmente evidente en Central Valley, en donde muchos trabajadores agrícolas son latinos. Juan García, profesor emérito en la Universidad Estatal de California, en Fresno, quien fundó el centro de consejería en la ciudad, dice que la sequía y la recesión económica han agravado la depresión, la ansiedad, el abuso de sustancias y los brotes psicóticos entre los latinos de todas las edades.

“Los servicios para esta población están décadas atrás de donde debieran estar,” dijo.

En el condado de Fresno, las hospitalizaciones psiquiátricas de jóvenes latinos son más del triple, 432 entre el 2007 y el 2014. Las internaciones de sus pares blancos no hispanos y afroamericanos casi se han duplicado.

Liliana Quintero Robles, una practicante de terapia familiar y matrimonial en el condado rural de Kings, también en Central Valley, California, dijo que ve a niños cuyos problemas de salud mental han estado sin tratarse por tanto tiempo que terminan cortándose a sí mismos o alcoholizándose, consumiendo marihuana, metanfetamina y OxyContin.

“Hay sufrimiento muy, muy arraigado,” dijo.

Fuera, en la comunidad agrícola no incorporada de Five Points, a 45 minutos de Fresno, casi todos los estudiantes de la Westside Elementary School son latinos de bajos ingresos. Cuando el director, Baldo Hernández, asumió su puesto en 1981, dijo que veía tal vez un niño al año con un problema de salud mental. En estos días, ve de 15 a 30, dijo.

Él culpa a los pozos secos y a los campos estériles, al menos en parte.

“He tenido padres llorando en la escuela, suplicándome que les encontrara un hogar, implorándome que les consiguiera un trabajo,” dijo.

En algunas partes de Valley y otros lugares, el hospital más cercano que recibe a niños con crisis psiquiátricas está a horas de distancia. Los niños pueden quedar en salas de emergencia por días, esperando por una cama en el hospital.

“Se convierte en una experiencia muy traumatizante tanto para los niños como para las familias,” dijo Shannyn McDonald, jefe del sistema de cuidado infantil del Departamento de Salud Mental del condado de Stanislaus.

Recientemente, el condado amplió su programa de promotoras, que entrena a miembros de la comunidad latina para hablar con sus compañeros acerca de la salud mental.

En el pequeño pueblo de Oakdale, una delgada, energética promotora de 51 años llamada Rossy Gomar dedica de 60 a 70 horas semanales a servir de organizadora, educadora y “caja de resonancia” de muchas mujeres y niños latinos en el pueblo.

Hilda Chávez, de 17 años, en La Clínica de la Raza, dice que los estudiantes en su escuela secundaria en realidad no discuten los problemas de salud mental. Chávez dice que participar en el programa le ha hecho considerar una carrera en salud del comportamiento. (Heidi de Marco/KHN)

Hilda Chávez, de 17 años, en La Clínica de la Raza, dice que los estudiantes en su escuela secundaria en realidad no discuten los problemas de salud mental. Chávez dice que participar en el programa le ha hecho considerar una carrera en salud del comportamiento. (Heidi de Marco/KHN)

La oficina de Gomar en el Oakdale Family Support Network Resource Center está llena de cajas abiertas de pañales para niños, juguetes donados y prendas de vestir.

“Mira mi oficina,” se ríe. “No caben.”

Gomar dice que muchas de las mujeres con las que trabaja no reconocen que están deprimidas o que son abusadas. Los niños ven los problemas de sus padres y no saben adónde acudir en busca de ayuda.

“Hay mucha gente joven que no tiene ninguna esperanza,” dijo.

Pero, poquito a poco, ella ha visto buenos resultados.

Una cliente de 17 años es estudiante en Oakdale High School. La niña, cuyo nombre se mantiene en reserva para proteger su privacidad, dijo que a principios de este año, por problemas en la escuela y a causa de una ruptura con su novio tenía que luchar para poder levantarse cada mañana. Empezó a beber, usar drogas y pensar en el suicidio. Ella tenía miedo de hablar con sus padres, dijo, y mantenía todo en su interior.

Un día, entró a la oficina de Gomar y empezó a llorar.

“Ella me dijo ‘todo está bien. Te queremos aquí,'” dijo la niña. “Cuando estaba hablando con ella, me sentí mucho mejor.”

La California Wellness Foundation apoya el trabajo de KHN con los medios étnicos de California.

Esta historia fue producida por Kaiser Health News, que publica California Healthline, un servicio de la California Health Care Foundation.

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