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Ex cazador de virus federal dice que no hay que esperar que el gérmen toque a la puerta

Dennis Carroll espera para ser entrevistado para la producción de Netflix de "Pandemic: How to Prevent an Outbreak". Durante 15 años, Carroll dirigió la unidad de influenza pandémica y amenazas emergentes en la Agencia Federal para el Desarrollo Internacional (USAID) que ayudó a identificar más de 2,000 virus zoonóticos (con potencial de pasar a los seres humanos) en animales. (Foto: cortesía de Dennis Carroll)

Cuando el gobierno federal decidió investigar la amenaza que los virus animales representan para los humanos, Dennis Carroll fue uno de los líderes de la iniciativa.

Carroll dirigió la unidad de influenza pandémica y amenazas emergentes en la Agencia Federal para el Desarrollo Internacional (USAID) durante casi 15 años. En ese momento, encabezó Predict, un proyecto que identificó más de 2,000 virus zoonóticos, o gérmenes en animales, la llamada “materia viral oscura”, como la define, que también podrían enfermar a las personas.

El proyecto creció bajo los presidentes George W. Bush y Barack Obama, pero la administración Trump optó por cerrarlo. Sus operaciones cesarán a fines de 2020, dijo Carroll.

Carroll se retiró del gobierno federal y comenzó a trabajar en la Universidad Texas A&M. Ahora dirige el Proyecto Global Virome, una cooperativa sin fines de lucro dedicada a rastrear más de estas amenazas y desarrollar una base de datos de virus.

Su trabajo adquiere relevancia ahora que el mundo lucha por contener al nuevo coronavirus que ya ha enfermado a miles. Este virus, que se sospecha saltó de una especie animal al ser humano, representa solo una de una ola de enfermedades zoonóticas que se han adaptado a los humanos, dijo Carroll.

Es probable que esa ola continúe, agregó.

“Cuando miras hacia atrás en los últimos 20 años, todo nuestro enfoque para las amenazas virales emergentes, del SARS en adelante, ha sido esperar y reaccionar”, dijo Carroll. “Y esa es una receta para el desastre global”.

Carroll habló sobre el programa Predict, la probabilidad de que otro nuevo virus animal amenace a los humanos y si el mundo está preparado para esta pandemia.

¿Cuál era propósito del proyecto Predict y cómo funcionó?

Diseñé el proyecto Predict hace poco más de 10 años, después de la experiencia con la gripe aviar, el virus H5N1, que despertó la atención de todos en 2005.

Predecir fue realmente un esfuerzo exploratorio. ¿Podríamos cuantificar ese grupo más grande de futuras amenazas virales? Para 2018-19, comenzamos a entender esta “materia viral oscura” más grande que estaba circulando.

El proyecto se estaba desarrollando en 30 países de Asia y África. Trabajábamos con las contrapartes locales para poder llegar a áreas remotas y recolectar muestras de murciélagos, primates no humanos, roedores. Las muestras se llevaban a los laboratorios para identificar nuevos virus en esos animales y caracterizarlos en términos de su relación con los virus ya conocidos.

Predict descubrió más de 2,000 virus nuevos de familias virales que sabemos que en el pasado representaron una amenaza para las personas. Calculamos que ahora hay alrededor de un millón y medio de los cuales, quizás entre 500,000 y 600,000, podrían ser amenazas potenciales.

¿Quién queda haciendo este trabajo?

El Congreso en la última asignación en diciembre señaló a USAID su interés en que USAID continuara el trabajo de descubrimiento y formara parte de una asociación global que construiría un atlas sobre virus en circulación que podrían representar una amenaza futura. Ahora necesitamos traducir ese apoyo del Congreso a USAID dando un paso adelante e invirtiendo en esta asociación global.

El Global Virome Project está buscando forjar esa asociación. Obviamente, este virus es un claro ejemplo de por qué es importante.

Sobre COVID-19, ¿cuán grande es la amenaza de las enfermedades zoonóticas para los humanos hoy en día?

La amenaza planteada por las enfermedades zoonóticas, que son básicamente virus que circulan en animales y en la vida silvestre en particular, se está convirtiendo cada vez más en parte de nuestro paisaje natural, y se debe en gran medida al aumento de la población mundial durante el siglo pasado.

Si tú y yo estuviéramos teniendo esta discusión hace 100 años, habríamos estado hablando de 1,800 millones de personas en este planeta. Ahora estamos hablando de casi 8 mil millones. Con eso viene toda la producción ganadera y animal para alimentar a la población humana. Hemos expandido nuestras ciudades, nuestros asentamientos, nuestra agricultura en áreas de vida silvestre.

Eso significa que la frecuencia de interacción entre las personas y la vida silvestre está ocurriendo a una escala nunca antes vista. Hemos calculado en base a la evidencia histórica que estamos viendo hasta cuatro nuevas amenazas de enfermedades zoonóticas que surgen cada año. Por lo tanto, no debería sorprendernos que hoy estemos hablando del COVID-19.

¿Cuáles son algunos de los mayores obstáculos para hacer este trabajo de predicción e identificación de enfermedades con el potencial de saltar a los humanos?

Bueno, desafía a las personas a pensar de manera diferente. Podemos tener la información a mano, pero si no se usa esa información para actuar, se convierte en un gran desafío. En los Estados Unidos y en todo el mundo, somos una cultura reactiva. Nos sentimos más cómodos esperando que suceda algo y luego reaccionamos, en vez de ser proactivos. Entonces, el mayor desafío es cambiar la ingeniería social: cambiar el enfoque de los políticos, los inversores y las comunidades para enfrentar el riesgo. No esperes a que golpee tu puerta si está en tu vecindario. Sal y actúa.

¿Qué le dice este brote sobre la capacidad del mundo para predecir y prepararse para una pandemia de un nuevo virus de cualquier tipo?

Sabíamos que esto iba a suceder. Podría haber sido este coronavirus… u otro virus de la influenza. Pero ahora sabemos que la frecuencia se está intensificando. Y debido a la globalización y los movimientos de población, un evento en cualquier lugar se convierte en una amenaza en todas partes. Entonces, primero, no es una sorpresa.

En segundo lugar, creo que lo que hemos visto es la fragmentación de las alianzas mundiales que se han forjado en la última década en base a las experiencias del SARS, la gripe aviar, la pandemia de gripe de 2009 y el ébola. Hemos visto en los últimos años el aumento de las tensiones políticas, que han fragmentado a la comunidad global. Nuestra capacidad de actuar de manera coordinada se ha visto muy comprometida. Lo vemos con nuestro propio país.

Nos enteramos de este virus hace más de dos meses. Los científicos tomaron nota, la gente de salud pública tomó nota. La comunidad política debería haber tomado nota. En nuestro propio gobierno, no pasó nada. Recién este mes, el Departamento de Salud y Servicios Humanos está licitando las mascarillas faciales N95 que se necesitan con urgencia. Tenían 30 millones de máscaras en su arsenal estratégico nacional. Tuvieron meses para obtener mascarillas adicionales. Eso pone en riesgo a los trabajadores de salud de primera línea.

Y luego, en 2018, la Casa Blanca cerró la oficina de Seguridad de Salud Global del Consejo de Seguridad Nacional, que era el epicentro para garantizar que el gobierno de los Estados Unidos tuviera la capacidad de monitorear lo que sucedía en todo el mundo, e informar y guiar a todas las agencias en los Estados Unidos sobre lo que se debía hacer ayer, no mañana. A esa agencia la cerraron, y hay un enorme vacío. En términos de liderazgo y responsabilidad global.

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